Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Arquitectura colonial 638 mampostería con cal y la fabricación de ladrillos y tejas, algunos de los pri- meros pobladores modificaron estas preferencias ligadas a la tradición de la población aborigen. Este esquema se rompe solamente en la ciudad de Santo Domingo, donde se manejó el arte de la cantería dirigida por maestros hábiles, particularmente desde el traslado en 1502. Para esa época ya había constructores especializa- dos, maestros y oficiales en el tratamiento de las técnicas y los procedimien- tos. Prieto cita a Esteban Mira Caballos en su libro Las Antillas Mayores, 1492- 1550 , 5 señalando que da una interpretación de los primeros asentamientos hispanos, partiendo de las construcciones efímeras y llegando hasta las obras de cantería: En los primeros momentos, las casas, los hospitales y las iglesias se edificaron con materiales efímeros, formados por una simple estruc- tura de madera rellena con otros elementos vernáculos. No en vano cuando en 1502 llegaron los franciscanos a Santo Domingo manda- ron «hacer una casa de paja donde se metiesen y otra casa de paja donde dijesen misa»; unos años después en 1508 se decía de Santo Domingo que la mayoría de las casas eran de paja «y duran muy poco y están a mucho peligro del fuego...» 6 . Ratifica este criterio señalando que: las causas que determinaron estas construcciones tan livianas fueron dos: primero, la improvisación de los primeros momentos, donde no existían oficiales ni maestros que supieran hacer ni tan siquiera cal y ladrillo, y segundo, debió influir a la hora de optar por este tipo de construcciones la idea que tenían los primeros conquistadores y co- lonizadores de enriquecerse y volver a España, sin que, en principio, tuviesen la intención de perpetuarse en los nuevos territorios . Llama la atención la investigación llevada a cabo a través de los datos aduanales de exportación y el apogeo comercial en ciudades fronterizas por Hernández González, en su libro La colonización de la frontera dominicana 1680- 1795, 7 que Prieto transcribe. Según esos datos, «en 1783 el Sr. Cavani exporta 15,000 tablitas (se refiere a tablitas de cobijas o tejamanil) y 200 tablas; Gabriel Mendoza 30,000 tablitas, Santiago Familias 11,500 tablitas, 200 estacas y 100 varas, Madame Porlier 8,000 tablitas de caoba, Antonio Linares y Mr. Sulier 80 varas de yaya cada uno; Francisco Reinoso 300 tablas de palma aforrada. En

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