Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historiografía dominicana 114 la barbarie y no estuvieron a la altura de la misión que tenía por delante la nación dominicana. Ratificaba el colofón de la revolución educativa como parte de una reestructuración de los moldes globales. A su juicio, la sociedad dominicana disponía del sector humano capaz de emprender esa tarea: los intelectuales empapados con una propuesta nacional, a algunos de los cuales dedicó elogiosas líneas. La salvación solo provendría de la capacidad de estos para marcar una agenda de cambios. El positivismo ortodoxo de José Ramón López El puertoplateño José Ramón López nunca asistió a cursos de Hostos, pero siguió con atención sus enseñanzas y se erigió en uno de los portaestan- dartes de la doctrina positivista. Participó en las acciones tendentes a impedir el ascenso de Heureaux, personaje al cual dedicó, junto a otros dos noveles escritores, un epigrama satírico que le valió persecución judicial. Al final de la década de 1880, al igual que otros radicales, marchó al exilio, donde comenzó a publicar una producción de cuentos, concebidos como medio para dar curso a sus inquietudes. 120 Ese interés por la literatura no obstaculizó que se alineara como un se- guidor del positivismo doctrinario, que incluía el organicismo spenceriano recogido de Hostos. Después de varios años en Venezuela y en vísperas de su retorno al país, tras acogerse a las garantías de Heureaux, publicó en Santiago de Cuba su primer tratado, La alimentación y las razas . 121 De golpe ganó el sitial de icono del positivismo dentro de la intelectualidad domi- nicana, el grueso de la cual se había apertrechado del instrumental teórico del positivismo por medio de las enseñanzas de Hostos. A diferencia del Maestro , López se acogió sin ambages al componente sistémico del posi- tivismo, acaso impresionado por el legado del dictador liberal venezola- no Antonio Guzmán Blanco. Durante su exilio, López había girado a una postura conservadora, que ponía el énfasis en la necesidad del orden para que el sistema social encontrara las condiciones para su funcionamiento fructífero. En lo inmediato, devino en admirador de Heureaux, aunque con tal discreción que no tuvo que colaborar en funciones gubernamentales y no perdió su independencia como intelectual. Pero su actitud no se redujo a esta exigencia, animado por la búsqueda del bienestar de la colectividad, lo que explica que más adelante adoptara una variante pragmática del socialismo. En La alimentación y las razas se encuentra en germen metódico el pen- samiento de López en su integridad, aunque con el tiempo le imprimiera variaciones sustanciales, a veces contradictorias. Este libro representa una de

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