Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historiografía dominicana 118 escribiendo textos cortos sobre temas puntuales, orientados a la dilucidación de hechos y personas, 129 todos en cierta manera preparatorios de su vasta Historia de Santo Domingo , publicada el mismo año de su muerte. 130 Él mismo comentó que no se trataba de un texto de un historiador, ya que no pasaba de una sucesión de fichas. En efecto, esa historia de la «Edad Media», que seguía a un texto previo menos largo, 131 no pasaba de una sucesión inconexa de datos sacados del Archivo de Indias. Lo sustantivo estribó en que trazaba una panorámica que revalidaba su tesis hispanista. Sin embargo, en principio, no se advierte concordancia entre lo que contienen los apartados basados en sus fichas y las conclusiones interpretativas. El núcleo de la argumentación discurre en el supuesto de que el con- glomerado dominicano se estructuró desde el siglo xvi gracias a un ethos hispánico superior, sustentado en la religiosidad. Con el paso del tiempo, los esclavos se fueron apropiando de las matrices culturales, pasaron a preferir el nuevo mundo americano al de África y se incorporaron al torrente que daría lugar al pueblo dominicano. El resultado fue la interiorización de la sustancia hispánica, fuente de cultura digna. En esas disquisiciones Lugo entablaba un diálogo con las ideas antes expuestas por Emiliano Tejera, dirigidas a rebatir la postura anti-hispánica de Hostos. En la Historia de Santo Domingo , Lugo disintió de la crítica de Hostos a la colonia, aunque lo hizo con el respeto debido al «más amado maestro». Con todo, descartó la crítica al coloniaje para ver en él el fun- damento del ser dominicano. Tal variación se acompañó por el abandono del legado teórico hostosiano, lo que expuso hacia el final de la década de 1930 en «Carta a Georgia», texto en el que sometió a crítica el positivismo científico para postular respeto a la religiosidad. 132 Lo único que no modificó fue su postura liberal-democrática, lo que no impidió que ponderara el truji- llato como un corolario inevitable del estado atrasado, todavía pre-nacional, del conglomerado dominicano. No se solidarizó con Trujillo, a diferencia de casi todos los intelectuales, pero llegó a ponderar acciones del régimen como favorables al progreso. García Godoy: la crítica de un pueblo Federico García Godoy representó un caso raro de intelectual que nunca abandonó su medio provinciano. Pero desde La Vega construyó su atalaya, que le permitió mantenerse en comunicación no solo con lo que se hacía en el resto del país, sino en buena parte de América Latina. Hizo publicar por segunda vez el Ariel de José Enrique Rodó, de quien se proclamó seguidor.

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