Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 133 se alzó por el rencor que le generó la pretendida infidelidad de su esposa Mencía con el encomendero. 180 Con el ataque al cacique, cuestionaba un sentir generalizado, algo que le deleitaba hacer dado su sesgo polémico. A raíz de ese escrito, se suscitó una polémica con Peña Batlle, quien, con más inteligencia, calibraba en la rendición del cacique un motivo de legitimidad del dominio español. 181 De manera sintomática, Utrera trilló explicaciones ya enunciadas sobre la caracterización de la colonia a propósito del álgido problema de la esclavitud. Tampoco para él existió con propiedad una esclavitud en Santo Domingo, pues estuvo atravesada de prácticas patriarcales que atenuaron las exclusiones y los prejuicios y contribuyeron a la integración del colectivo. 182 Culminaba una «jurisprudencia» alrededor de un punto considerado crucial para tipifi- car el carácter sui generis de la larga presencia de España, caracterizada por parabienes, a diferencia de lo que habían pensado los liberales. Mas la culminación de la filosofía conservadora no fue obra de los tru- jillistas o de los especialistas eruditos, sino de un jurista proveniente de la vieja política, Rafael Augusto Sánchez, quien había ocupado elevadas posi- ciones bajo el gobierno de Vásquez. En su intimidad, aislado del poder, en alternancia con su ejercicio profesional de abogado, tomó como referencia el centenario de la fundación del Estado dominicano para realizar un balance del decurso de la historia de los dominicanos como nación. 183 Este libro se publicó muchos años después por disposición de Joaquín Balaguer. Por tanto, no ejerció influencia en la época y hoy todavía es poco conocido, pese a la importancia de retratar las convicciones conservadoras a ultranza de intelec- tuales que no se avinieron a colaborar con Trujillo. Sánchez glorifica el coloniaje sin ambages, como sustrato único de civili- zación. La disrupción de la herencia colonial habría sido para él la causa de lo que ocurrió con posterioridad, sintetizado en la ausencia de las condiciones para fundar una nación. El pueblo no estaba preparado para la vida indepen- diente en 1844, pues carecía de nociones elementales de la cultura política. Resultó inevitable que se cerniera sobre la historia dominicana un panorama dominado por la tragedia: según Sánchez, los liberales se mostraron incapa- ces de desentrañar las características del medio, por lo que se propusieron metas ilusorias, que resultaron intrínsecamente dañinas. Un ataque frontal de tal calibre a los próceres de La Trinitaria no había sido formulado ni siquiera por los portavoces más radicales del régimen, por temor a consecuencias con- traproducentes. Para Sánchez, la incomprensión de las raíces del medio, de la que se desprendió una irremediable ineficacia, moldeó a los trinitarios como una generación «patética».

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