Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historiografía dominicana 134 En verdad, asevera, siguiendo a Galván y a Abreu Licairac, los actores sobre los cuales recayó el mérito de la ruptura con los haitianos fueron los adalides del conservadurismo, en primer lugar Pedro Santana, por cuanto en- carnaban los valores sustanciales de la colectividad. De nuevo, ni siquiera en los textos anónimos del régimen hubo una exaltación semejante de Santana. Para Sánchez, el único motivo valedero de la lucha nacional fue el manteni- miento de la ruptura con Haití; en los restantes episodios no encontraba nada que indicase elementos auspiciosos. El examen de la Restauración es ilustra- tivo, reducida a expresión del bandidaje. 184 Los restauradores congregaron lo peor del pueblo dominicano, por lo que dejaron un legado ominoso. Es interesante que, siendo Sánchez un desafecto, de esas concepciones no desprendiera conexión directa alguna con el régimen. Sin embargo, una lectu- ra entre líneas podría sugerir que, de la misma manera que Trujillo prolonga- ba viejas herencias, era un producto del desorden disolvente implantado por los políticos durante décadas. Tal interpretación ayudaría a explicar por qué ese conservador aislado prefirió obviar una confrontación con el régimen, al cual bien pudo evaluar como un mal inevitable, a la usanza de lo que habían hecho los de la generación previa respecto a Heureaux. Se desprende, al igual que en Utrera, que el conservadurismo había echado raíces profundas en las cosmovisiones de los letrados e intelectuales de los medios superiores, que trascendían las compulsiones del trujillato. Dos innovadores independientes: Martínez y Nolasco El poco interés del régimen por controlar la expresión de los historiadores, salvo en las materias que le resultaran de utilidad política directa, se expresó en que otros investigadores pudieran escribir sin demasiadas interferencias visibles. Sobresalieron en tal posición Rufino Martínez y Sócrates Nolasco, dos contemporáneos que se centraron en el siglo xix , aunque con enfoques distintos. Martínez escogió el género biográfico como medio privilegiado de síntesis. Lo hizo primeramente en tres libros en los que compara seis perso- najes sobresalientes. En él se advierte un enfoque psicológico como recurso central para el análisis histórico. El prisma de la historicidad no es otro que el de la acción de las figuras que pusieron sus sellos en procesos y épocas. Se incorporaba a una problemática que había ganado un sitial en el historicismo, tocante a la recreación de las motivaciones de personajes connotados. Tuvo el mérito de adentrarse a través de categorías para el análisis psicológico. En el primero de los libros pretendió tipificar los rasgos de la historia política de finales del xix a través de Luperón, Heureaux y Deschamps. 185
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