Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historiografía dominicana 138 dominio de ella, pues se restringió a la revisión bibliográfica. Dirigió su examen al ámbito de las relaciones entre los dos países y a ciertos planos comparativos. Perseguía ante todo develar contradicciones del discurso de los historiadores dominicanos y aclarar situaciones, desde la perspectiva de un intelectual adscrito a la recuperación del legado africano y favorable al protagonismo de la «clase media» que desembocó en la tiranía de Fran ç ois Duvalier pocos años después. 196 Ahora bien, la formación del etnólogo le permitía abocarse a tratar temas vedados a los historiadores dominicanos, salvo a los contados que se habían marchado al exilio. Acaso el cargo mayor que formula Price-Mars prolonga una temática con la que cuestionó a la élite dirigente de su país: el padecimiento de «bovarismo» por parte de los domi- nicanos, con lo que alude a la incapacidad para percibirse en la condición de sí mismos. Al margen de la uniformidad dictada por el régimen, la formación tradi- cional de la generalidad de los historiadores dominicanos dio lugar a que al- gunos de los enfoques de Price-Mars representaran novedades significativas. Esto último obró también para que se le concediera estatus político a la polé- mica. Al igual que antes había sucedido con Sumner Welles, un texto de un extranjero connotado presentaba un problema grave a la consistencia interior del discurso historiográfico trujillista. Es interesante que, como el intelectual haitiano ponía en entredicho la teoría hispanista, en las refutaciones tomaran parte tanto historiadores del régimen, que redactaron sus textos por encargo, como historiadores independientes de mentalidad conservadora. La primera respuesta de envergadura fue la publicación del libro Invasiones haitianas de Emilio Rodríguez Demorizi. Aunque recopilación de documentos, como era la fórmula de trabajo de Demorizi, insertó un prólogo en el que hace referencia a Price-Mars, pero sin entablar propiamente polémica con él. Más bien se contenta con el ataque, al poner de relieve, con apoyo documental, las acciones de los dirigentes haitianos contra la libertad de los dominicanos. Posiblemente el autor que se esmeró con mayor ahínco en elaborar una crítica a Price-Mars fue Sócrates Nolasco, quien, pese a su criollismo nati- vista, sostenía la teoría acerca de la condición hispánica de los dominicanos. Su conocimiento del suroeste, cercano a Haití, lo había llevado a incluir en sus estampas múltiples aspectos de las relaciones entre los dos pueblos y Estados de la isla. Fue el caso de la atención prestada a una figura social, el «marotero», ladrón de alimentos menos agresivo que el cuatrero y diferente al montero, de vocación de subsistencia, que aun así se visualizó como una plaga identi- ficada con el haitiano. En otros textos, como los que tocan las colaboraciones de haitianos y dominicanos en los conflictos entre liberales y conservadores

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