Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 143 En síntesis, en los medios militantes e intelectuales de la izquierda hubo escasa dilucidación del estatus de la teoría a la luz de su aplicación a la historia dominicana y de las exigencias de la época. Si bien en los años setenta comenzó una reflexión de nuevo tipo y la misma incluyó a los historiadores, se puede caracterizar la producción marxista en primer término como signada por una deficiente reflexión teorética, que arrojaba un ámbito improductivo a la hora de la aplicación. Menos todavía estaba planteada, en términos generales, la incorporación de adquisiciones de corrientes historiográficas modernas, como los Annales. Tardó incluso en establecerse una relación con autores marxistas contempo- ráneos occidentales. A todas esas limitaciones se agrega la dependencia de la información utilizada por los autores tradicionales en las recopilaciones documentales y los tratados. Los historiadores marxistas, verdaderamente, se iniciaron como co- rriente, poco antes de 1970, en buena medida desconectados de un escenario profesional. Durante tiempo, ni siquiera incursionaron en los archivos, salvo excepciones puntuales. No obstante los avances ulteriores, esta corriente no ha podido superar un síndrome de falta de trabajo documental. Este déficit se tradujo en el énfasis en la reconsideración global de la historia dominicana y la escasa producción de estudios monográficos, en los cuales se pudieran mostrar aportes novedosos. Durante años, el centro de la labor discu- rrió con acento de crítica historiográfica y político-cultural retrospectiva, lo que le confirió sentido a la irrupción de la corriente. El programa implícito pasaba por la contraposición con las claves constitutivas de la corriente tradicional en bloque. Se le adjudicaba un carácter de clase, asociada a los medios superiores, lo que minimizaba el alcance progresivo de los liberales. Se le achacó haber obviado al pueblo, el verdadero hacedor de la historia. Todavía más, en consonancia con estos rasgos, habría dejado fuera los terrenos profundos de la historicidad, como las relaciones económicas. El elitismo de las clases superiores se habría traducido en superficialidad del análisis y en un sesgo conservador irremediable. A tono con los determinantes teóricos y los requerimientos políticos de izquierda, los historiadores de la nueva generación se propusieron hacer una historia del pueblo, basada en los hechos económicos y sociales, que contri- buyera a la toma de conciencia de la población acerca de su pasado, en pos de tornarla en agente activo de cambio. Frente al elitismo pasivo previo, se postulaba una función militante del conocimiento histórico. Es evidente que tal sentido solo se alcanzaba mediante las aproximaciones globales, que die- ran cuenta de los rasgos de la estructura social, la lucha de clases, el dominio político y la ideología dominante.

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