Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historiografía dominicana 144 No obstante la dependencia de las síntesis tradicionales y de sus funda- mentos eruditos, los marxistas no lograron conectarse en todos los sentidos, a no ser tardíamente, con los aportes acumulados. El reconocimiento se li- mitó en gran medida a los que hicieron tratados globales, como García y Del Monte, y sintomáticamente dejó de lado a quienes se focalizaron en periodos o problemas determinados. De la condena en bloque se salvaron escasos autores, como Pedro Francisco Bonó, quien fue percibido como una reve- lación gracias a Rodríguez Demorizi. Pero, más allá de los planos relacionados con la ortodoxia doctrinaria, tal desligamiento de ciertos trazos nacionales conllevó la aparente indiferen- cia por descubrir caracteres originales de la historia dominicana. El énfasis radicaba en la homologación con la historia mundial contemporánea. Hasta para un fenómeno tan sui generis como el trujillato hubo dificultades para situarlo dentro de tendencias locales de larga duración. En todo caso, se hi- cieron avances acerca de las divisiones étnicas, vistas como correlativas a las políticas, en análisis no siempre fructíferos. Pese a sus limitaciones, la introducción del materialismo histórico re- presentó una innovación intelectual relevante. Implicó una sintonía entre la interpretación de la historia nacional y los requerimientos de la generación emergente. Más allá de análisis estériles, se posibilitó la apertura de nuevas búsquedas en variados terrenos. Una parte de la producción historiográfica marxista desembocó en la dilucidación de las relaciones estructurales predominantes. Dos orientacio- nes principales chocaban en el interior de la izquierda: los que partían, desde posturas insurreccionales guerrilleras, de un régimen precapitalista domina- do por el imperialismo, manifestado en la mayoría campesina, a la que se atribuía el mayor potencial revolucionario; y los que ponían el énfasis en el carácter capitalista predominante, postulaban el papel dirigente de la clase obrera y reclamaban la pertinencia de un partido clasista del proletariado. Durante bastante tiempo, tal debate se circunscribió a los partidos de izquierda. Luego formó parte de la diferenciación intelectual entre quienes postulaban el capitalismo como régimen dominante, como Jimenes Grullón, quienes se negaban a aceptar tal conclusión, como Bosch, y quienes estable- cían una coexistencia de relaciones de producción bajo hegemonía capitalista, como Luis Gómez, para postular el socialismo y el partido de clase. 207 Desde esta preocupación se llevaron a cabo diversos estudios, cuya revisión no pro- cede en este contexto. 208 Con el tiempo fueron surgiendo diversos autores que pueden ser eng- lobados dentro de una perspectiva marxista o fundamentalmente próxima,
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