Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 187 Mientras tanto, los bosques del interior del país quedaron virtualmente intocados, apenas explotados por los artesanos del Cibao que requerían ma- dera de pino para fabricar muebles y viviendas urbanas pues las viviendas rurales se fabricaban de tablas de palma. Aunque hubo algunos esfuerzos en Santiago y La Vega orientados a explotar los bosques de pino de la Cordillera Central en la segunda mitad del siglo xix , esa explotación fue mínima y to- davía en 1910 los viajeros se admiraban del estado prístino de los pinares dominicanos. Según informes de la época, en 1916 había 46 millones de tareas de bosques de distintos tipos en el país. La introducción de máquinas de vapor favoreció la instalación de peque- ños aserraderos en La Vega, Santiago y Santo Domingo a principios del siglo xx y fue entonces cuando puede decirse que el país dejó de importar madera de pino para construcciones. Un nuevo informe de 1922, firmado por el Dr. Miguel Canela Lázaro, dio cuenta detallada de la situación de la foresta do- minicana en la Cordillera Central y de la importancia de conservarla. Canela Lázaro pidió la creación de áreas reservadas en los nacimientos de los princi- pales ríos del país, y lo mismo hicieron varios viajeros que participaron con él en varios de sus viajes exploratorios por las sierras de la Cordillera Central. La apertura de las carreteras durante la ocupación militar norteamericana contribuyó al descubrimiento del valor potencial de los bosques dominicanos pues las carreteras acercaron la tecnología maderera a los bosques de pino. Al llegar Rafael Trujillo al poder en 1930, ya había varios importantes aserra- deros funcionando en Santiago y se señalaba la capacidad del país para ser autosuficiente en madera. Trujillo descubrió el verdadero valor económico de los bosques do- minicanos después de los cálculos que realizó Carlos Chardón, un experto puertorriqueño que preparó para el gobierno un informe en el cual evaluaba la situación y valor de los recursos naturales del país en 1939. A partir de entonces, Trujillo se hizo también industrial maderero asociándose con per- sonas que ya estaban en el negocio o colocando testaferros al frente de nuevos aserraderos de su propiedad. La Era de Trujillo fue la catástrofe para los bosques dominicanos que ca- yeron en manos de una oligarquía de aserradores asociados con este dictador, quienes devastaron en menos de 20 años varios millones de tareas de bosques que habían tomado miles de años en formarse. Estos individuos y sus com- pañías madereras deforestaron las zonas de San José de las Matas, Jarabacoa, Tireo, El Río, Constanza, La Horma, El Rubio, San Juan de la Maguana y Restauración, entre otras, y no se molestaron en replantar los bosques que talaban.

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