Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Los taínos y otras culturas neolíticas 226 La historia es reveladora de que los macorijes eran, por tanto, una cultura diferente. Los arqueólogos han detectado la presencia de alfarerías macorijes en toda la parte norte del río Yaque del Norte, así como en las zonas de la provincia de Valverde, actualmente, en buena parte de la Línea Noroeste y en el occidente de Haití. La alfarería revela diferencias profundas con la taína. Vale decir que tanto macorijes como ciguayos y taínos vivieron simul- táneamente en la isla. Las primeras evidencias de grupos macorijes parecen comenzar a finales del siglo viii , cuando en el valle del Cibao, en Cutupú, cerca de la ciudad de La Vega, se localizaron restos de una cultura ostionoide que parecía tener relación con elementos cuevoides, una mezcla de estilos que termina produciendo una nueva expresión decorativa en la que se usan aplicaciones de tiras de barro, decoraciones cruzadas formando rejillas sobre cazuelas pequeñas, asas en forma de botón, asas en forma de gasas pequeñas, así como representaciones mínimas de ciertas aves. El hallazgo de estas pri- meras formas de alfarería atribuibles a los macorijes se realizó en Haití, hacia 1939, por I. Rouse, quien denominó esta cerámica como meillacoide , debido a que el primer sitio en donde se encontró se llamaba Meillac. Pero trabajos posteriores en el valle de La Vega llevados a cabo por Veloz Maggiolo, E. Ortega y Ángel Caba Fuentes revelaron que la cultura meillacoide era oriunda de la parte este de la isla, lo cual fue confirmado luego por los trabajos de Bernardo Vega, que demuestran la existencia de una relación entre los sitios meillacoides y los macorijes según las afirmaciones de la crónica española. Los macorijes utilizaron también el montículo agrícola, que es posiblemente una herencia de los grupos ostionoides. L as sociedades ciguayas Cuando Colón llegó a Samaná, de regreso hacia España durante su primer viaje, encontró en aquel territorio grupos indígenas con características bien dife- rentes de las que presentaban macorijes y taínos. Se trataba de un grupo huma- no que fue identificado como el de los ciguayos. Estos pobladores usaban arcos grandes, pelo largo atado con una redecilla en la parte atrás de la cabeza y una pluma o plumas adornando la cabeza en su parte atrás. Eran gentes diferentes, con aguerridas posturas que degeneraron en una escaramuza que la tradición ha llamado erráticamente «Batalla del Golfo de las Flechas». Los ciguayos iban teñidos de negro, y atacaron a Cristóbal Colón, hiriendo a un español en un
RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3