Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Los taínos y otras culturas neolíticas 234 para encantar al espíritu que producía la enfermedad, el humo del tabaco que fumaba y lanzaba sobre el enfermo, y los cánticos que deberían producir el alivio. Muchas veces, cuando el brujo no lograba curar al enfermo, podía ser legalmente azotado o apaleado por los familiares. M uerte , espíritus y contactos con la muerte Entre los taínos la muerte tenía gran importancia. Los muertos iban a un «más allá» no muy diferente del de muchas religiones actuales. Los espíritus, llamados «opias» o «hupias», habitaban en los sitios en donde había montes de guayabos, planta de la que se alimentaban los murciélagos, y que también eran alimento de las «opias». Estas «opias», cuando eran masculinas, eran dadas a engañar a las mujeres, y a veces querían realizar el contacto sexual con ellas; el modo de identificarlas era la ausencia de ombligo. Los enterramientos taínos eran variados. Generalmente, el cadáver era envuelto en cintas o bandas de algodón, colocado de manera acuclillada en posición fetal y enterrado con algunas de sus pertenencias. Existía el sofis- ticado enterramiento del cacique, con el cual eran sacrificadas varias de sus mujeres, enterradas vivas junto a él. Otro tipo de tratamiento era el que se daba a ciertos caciques y nitaínos o caciques secundarios, cuyos cuerpos eran colocados sobre el fuego en una especie de barbacoa que iba asándolos y de- jándolos sin grasa. El enterramiento secundario también fue común. Meses después de haber sido enterrado, el muerto era desenterrado y se le separaba la cabeza, la que era enterrada en otro lugar luego de permanecer como una especie de trofeo en la vivienda familiar. Las costumbres funerarias taínas tempranas usaban del enterramiento en el piso de las casas, las que eran quemadas y abandonadas. Hacia el siglo xiv los cementerios organizados comenzaron a sustituir estas viejas prácticas, y en poblados nucleares como El Atajadizo, cerca de Boca de Yuma, el cementerio indígena estuvo al norte del poblado, separado del mismo y haciendo conjunto con el asentamiento circular de viviendas nucleares alrededor de una gran plaza cuadrada. El nombre dado a los enterramientos colectivos del cacique y sus mujeres fue Athebeanenequen , y en la crónica se hace referencia a la muerte del cacique Boechío o Beechío, hermano de Anacaona, al que sucedió en el mando del enorme sitio de Xaragua; dicha referencia señala que los españoles evitaron que varias mujeres preferidas del cacique fuesen enterradas vivas junto a él.
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