Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historia general del pueblo dominicano 259 Colón y Boil, como protagonistas del drama. Sin embargo, las discordias pa- rece que más bien empezarían a surgir por cuestiones más nimias, por roces entre castellanos y «aragoneses», empleando «aragonés» y «castellano» en el sentido más lato del término. Y aragonés –no lo olvidemos– fue una de las pri- meras víctimas, si no la primera: Gaspar Ferriz. El mismo Colón echó la culpa del desastre de La Navidad a las disensiones que hubo entre los españoles: primero los vizcaínos se fueron por su lado, y después «ovo disensión entre estos dos [Pedro y Escobedo] y Diego de Arana, y la muerte fue ordenada de ellos mismos por venganza». 90 Resultado: todos muertos. Así se comprende que, por una vez, reinara extraña unanimidad entre todos los colonos, sin que en este punto surgieran diferencias regionales ni discrepancias lingüísticas. Se produjo una desbandada general y todos los que pudieron –esto es, los principales: Boil y Margarit, súbditos de don Fernando; Maldonado, Chanca, Corbalán y Bernal Díaz de Pisa, súbditos de doña Isabel 91 – regresaron a la primera de cambio en septiembre de 1494 en las naves que habían venido al mando de Bartolomé Colón; 92 ni siquiera habían vivido un año en la Isabela, por lo que Colón, sin nombrarlos, los tachó de ha- ber abandonado la isla por tener, religiosos y seglares, «mala codicia»: 93 más bien habían escapado de un infierno. Solo el pueblo llano hubo de quedarse a la fuerza en las Indias, maldiciendo su negra suerte. Otro nuevo escándalo ocurrió a finales de 1494 o principios de 1495. Fray Juan Tisin decidió presentar a los Reyes sus propias quejas del virrey. Como no sabía castellano, el fraile escribió su alegato en francés y pidió a su amigo Miguel Muliart, el concuñado del Almirante, que se lo tradujera. Mala cosa. Enterado Colón del asunto, ordenó azotar aMuliart y poner grillos al fraile. 94 De todo ello se enteraron con enfado los Reyes Católicos a través de los despachos traídos por Torres en abril de 1495, al regreso de su viaje a la Española; 95 y de ahí deriva la seca orden dada al Almirante el 1º de julio de 1495: debía dejar volver a Muliart, Hormicedo, don Fernando de Guevara y Bernardo Veneciano en las carabelas que entonces se disponían a zarpar a la Isabela y, si habían cometido algún delito, enviar las pesquisas o procesos correspondientes para imponerles las penas que hubiesen merecido; pero en España. 96 Demasiado tarde: Muliart había muerto de resultas de la paliza. La Parca segaba también las vidas de los extranjeros, aunque fuesen parientes del virrey. A otro fraile, un trinitario llamado fray Jorge, enfrentado asimismo a la camarilla gobernante, se le aplicó el castigo acostumbrado: prohibición de salir de la isla. De nuevo fueron los Reyes quienes ordenaron al Almirante que lo diese por libre y se lo enviase sin más tardar. 97 La isla se iba pareciendo a un penal del que nadie podía escapar si no era afecto a la facción dominante.
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