Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 271 excedía de sus posibilidades: al decir de Las Casas, solo el cacique Manicaotex llegó a entregar media calabaza llena de oro al mes; 170 y Guarionex y otros ca- ciques dieron «poquita cosa». 171 Por otra parte, Colón, deseoso siempre de en- contrar oro, desoyó la propuesta del mismo Guarionex, que ofreció cambiar la naturaleza del impuesto prometiendo que sus súbditos cultivarían un conuco, «tan grande que durase… desde la Isabela a Santo Domingo». 172 Esa medida tal vez hubiera apaciguado el hambre de la colonia. A comienzos de 1496 el Almirante se dio cuenta de que, fracasado su sistema fiscal, tenía que dar un giro a su política antes de regresar a Castilla para acallar las posibles acusaciones de Aguado y las del medio millar de hombres que ya habían abandonado la colonia. Fue entonces cuando, visto que los indígenas ni entregaban el impuesto ni cultivaban la tierra, decidió repartirlos entre los colonos para que les sirvieran en las labranzas, 173 a la vez que ordenó que se deslindaran dos plantaciones de palo de brasil para poder sufragar con las ganancias los gastos de la factoría. Dada su condición de socio monopolista con la corona, él ostentaba la titularidad de una de las plantaciones, muy probablemente la mayor. Por último, deseoso de contentar a la gente que no había cobrado sus sueldos y de pagar a los proveedores que enviaban mantenimientos desde Castilla, optó el Almirante por entregarles a cambio indios esclavos. La mayoría de los indígenas optó, en su desespera- ción, por huir a los montes. La esclavitud indígena Tras el desastre de La Navidad y la posterior guerra a Caonabo, decidió Colón que podía hacer esclavos a todos aquellos que se le enfrentaran y que, por esa razón, fueran capturados en guerra justa. A partir de este momento se sucedieron las razzias . Se organizaron expediciones de castigo, a veces por motivos insignificantes, y se fueron enviando los cargamentos de prisioneros convertidos en esclavos. La primera remesa, de 500 piezas, todos ellos vasallos de Guatiguaná, par- tió para Sevilla en febrero de 1495 en cuatro carabelas al mando de Torres. 174 La segunda partida, de 600 indios, se compuso de los súbditos de Caonabo derrotados en 1495. 175 A fines del 96 don Bartolomé, estando su hermano en Castilla, le envió otra remesa de 300 esclavos en tres carabelas, tras recibir una carta de don Cristóbal, que desconocemos, en la que le decía que los Reyes le habían ordenado que le enviase a los indios culpables de haber matado a cristianos y que hubiesen sido capturados en justa guerra. 176 El 18 de octubre de 1498 las cinco naves que se hicieron a la vela de Santo Domingo volvieron

RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3