Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
La conquista y la implantación de los españoles 278 De Santo Domingo D. Bartolomé fue a Xaragua, donde, continuando la políti- ca fiscal implantada por su hermano, consiguió que el cacique Bohechío y su hermana Anacaona accedieran a pagarle un tributo de algodón y casabe en vez de oro, que no poseían. 206 Las rencillas entre los españoles y las diversas rebeliones favorecieron el contraataque de los indígenas, envalentonados ante la división de los es- pañoles y cada vez más agraviados con la onerosa capitación que les había sido impuesta. Su principal caudillo fue Guarionex, el cacique de la Vega Real, que, con la ayuda de varios caciques amigos, logró reunir una fuerza de 15.000 indios. Avisado de la rebelión D. Bartolomé, que se hallaba en Santo Domingo, se adelantó a sus movimientos, atacando su campamento de noche con 400 hombres. El ataque nocturno, desacostumbrado entre los taínos, cogió por sorpresa a Guarionex, que fue capturado con catorce de sus caudillos. No tardó en aparecer ante D. Bartolomé una embajada indígena que, entre lloros y ruegos, le pidió que liberase a sus jefes. Deseando que continuase el pago del tributo, el Adelantado accedió y, habiendo dejado la tierra momentánea- mente en paz, volvió a Xaragua a recibir las parias de algodón y casabe que le habían prometido Bochechío y Anacaona. 207 De nuevo estalló la amenaza de guerra. Guarionex se debatía angus- tiado entre los apremios de D. Bartolomé, que a toda costa solicitaba más y más impuestos desde Santo Domingo, y las graves y ultrajantes vejaciones de Francisco Roldán, que agraviaba a sus vasallos desde su feudo rebelde, 208 hasta que, desesperado, decidió refugiarse en el norte, en la región de los belicosos ciguayos, junto al cacique Mayobanex, llamado por los españo- les El Cabrón. 209 D. Bartolomé exigió la entrega del huido, a lo que se negó Mayobanex. Esta gallardía fue su perdición, pues el Adelantado no paró hasta prenderlo. En cuanto a Guarionex, al fin y a la postre fue asimismo capturado en las montañas donde se había escondido. 210 Murió al naufragar en 1502 el barco que lo transportaba a España. Ni D. Cristóbal ni su hermano D. Bartolomé hicieron nunca un pacto con los indígenas. Hubo acuerdos y transacciones, más o menos forzadas, e in- cluso algunos caciques como Guacanagarix o Anacaona, después de haberse enfrentado a los cristianos, acabaron por ceder. Guacanagarix acompañó al Almirante a varias de sus campañas y Anacaona contribuyó a aliviar las pe- nalidades de los cristianos y a alegrar la vida de D. Bartolomé, convirtiéndose pasajeramente en su amante.
RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3