Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historia general del pueblo dominicano 281 tan pronto como supo las intenciones de Roldán, se apresuró a escribir a D. Cristóbal. 217 Seriamente preocupado por los acontecimientos, recomendaba al Almirante que llegara a un trato con los amotinados y que se aviniese a dar permiso para regresar a Castilla a los que quisieren, pues, de otra forma, podría aumentar más aún el número de los rebeldes. Un día más tarde, Francisco Roldán, Adrián de Mújica, Pedro de Gámez y Diego de Escobar enviaron una carta al Almirante. Tras explicar los motivos de su distanciamiento, que no eran otros que librarse de la ira del Adelantado y de los agravios que continuamente les infligía, los firmantes habían decidido separarse para evitar que aquellos que «querían ir contra él para destruirle» pudieran cometer un crimen. Con su actitud, seguían diciendo, «hemos traba- jado de sostener en concordia y en amor toda la gente que en esta compañía está», convencidos de que a su llegada Colón oiría las razones de unos y otros; mas visto que ya hacía un mes que había arribado a Santo Domingo y que no habían recibido invitación para presentarse a su presencia, solicitaban, «por cumplir con nuestras honras», separarse de su compañía. 218 Era un desafío en toda regla. Dos días más tarde les contestó Colón en una carta dirigida exclusiva- mente a Roldán. 219 El Almirante, muy dolido por la situación, lo instaba a volver a la concordia, recordándole que incluso había retrasado diez y ocho días el retorno de los barcos a Castilla por si él –o alguno de los suyos– hubie- se querido regresar. 220 Respondió Roldán exigiendo un salvoconducto, que al punto le envió D. Cristóbal desde Santo Domingo el 26 de octubre. En las negociaciones, muy largas pues no se llegó a un acuerdo hasta septiembre del año siguiente, intervinieron, además del Almirante, Alonso Sánchez de Carvajal, Pero Hernández Coronel, Pedro de Terreros, Diego de Alvarado y Rafael Cataño, que fueron los firmantes del seguro que en agosto del 99 se envió a Roldán para que acudiese a Santo Domingo. Un mes más tarde, el Almirante se vio obligado no solo a retirar los cargos que tenía contra el cabecilla del levantamiento, sino incluso a dar a los rebeldes una extensa concesión gratuita de lotes de tierras por toda la isla, dando origen a lo que más tarde se llamarían repartimientos y luego encomiendas. Algunos hom- bres se establecieron en el Bonao, otros en La Vega, otros en Santiago y al propio Roldán le entregó Colón la región del cacique Bohechío con sus gentes y vasallos. Toda la isla estaba sembrada de rebeldes. Roldán y sus secuaces habían ganado la partida. La rebelión había durado dos largos años. Tanto Roldán como Colón enviaron al punto sus versiones de los acon- tecimientos en la flota que partió el 18 de octubre de 1498. Según Las Casas, el Almirante anduvo dudando si debía de regresar él mismo para dar cuenta
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