Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
La conquista y la implantación de los españoles 286 Cuando este llegó a Yáquimo, Juan Velázquez y Juan Vizcaíno le mostraron la capitulación para descubrir que tenían firmada por el obispo Fonseca. Así se supo de buena tinta que la expedición no era de socorro ni había atracado en aquel puerto por casualidad. Tras una serie de encuentros y desencuentros, Roldán consiguió que Ojeda abandonara la isla a comienzos de marzo de 1500. La corta estancia de Ojeda y Juan de la Cosa en la isla aumentó aún más el descontento de los colonos, que todavía no habían cobrado sus sueldos. El conquense aseguró a todos que, si lo seguían, podrían acudir juntos ante el Almirante y obligarlo a que les pagara; además, dejó caer el rumor de que Colón iba a ser pronto destituido, de suerte que algunos llegaron a creer que él mismo traía los papeles que así lo acreditaban. Una vez más un recién lle- gado iba esparciendo chismes y sembrando desconciertos que encontraban oídos crédulos en una población carente de información. Para el Almirante, por otra parte, la llegada de Ojeda con su correspon- diente capitulación supuso un agravio. ¿Cómo era posible que los Reyes hubieran roto su compromiso y autorizado un nuevo viaje? Una vez más sus privilegios, con tanto esfuerzo ganados, estaban en peligro. Francisco de Bobadilla, nuevo gobernador de la Española La llegada a Sevilla de las carabelas que traían los informes sobre el desenlace de la sublevación, a finales de 1498, hizo que empeorase la situa- ción del Almirante. Las cartas de Colón para los Reyes en las que solicitaba que se incumpliese el concierto hecho con el rebelde resultaban indignantes. Cisneros tenía ante su vista la versión de Roldán. Otros informantes, que des- conocemos, también hubieron de echar leña al fuego. Fue entonces cuando, accediendo a la solicitud de Colón que, a toda cos- ta pedía un juez que lo ayudase a administrar justicia, los Reyes decidieron nombrar para ello a una persona de su confianza. Según cuenta Fernández de Oviedo, 233 su elección recayó en «un caballero, antiguo criado de la casa real, hombre muy honesto y religioso llamado Francisco de Bobadilla, caballero de la orden militar de Calatrava»; un hombre «llano y humilde» corrobora Las Casas, añadiendo, «nunca oí de él, por aquellos tiempos…, cosa deshonesta, ni que supiese a codicia, antes todos decían bien de él»; la misma imagen nos dejó Andrés Bernal, el cura de Los Palacios, 234 que dijo de Bobadilla que fue «gran caballero y amado de todos». Desde el 21 de marzo de 1499 se fueron dictando diversas provisiones a favor del comendador. En un principio, los poderes que recibió se limita- ban exclusivamente a permitirle realizar una investigación judicial sobre el
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