Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

La conquista y la implantación de los españoles 290 Bobadilla. Pese a los intentos de Velázquez y de otros emisarios, los indígenas no se prestaron a ayudar al Almirante. 241 Así, por ejemplo, el cacique llamado Doctor reaccionó asombrado: ¿cómo podía él ir contra los cristianos que su rey había enviado? Y, por si este razonamiento fuese poco, adujo que él estaba doliente y que, además, su gente no estaba preparada para la guerra. Su sabi- duría le hacía sospechar que el Almirante se iría a Castilla a las primeras de cambio y que el comendador los mataría a él y a los otros caciques. Tampoco Guarionex quiso aportar sus hombres a la contienda. Tampoco consiguió Terreros convencer al concejo del Bonao que Bobadilla era un usurpador. Don Cristóbal, viéndose solo, tuvo que renunciar a presentarse en Santo Domingo tan bien acompañado. Tan solo 20 o 25 leales formaban su particular cortejo cuando allá llegó el 15 de septiembre. Regreso de los hermanos Colón, encarcelados, a Castilla Hasta mediados de septiembre no acudió Colón a Santo Domingo. Es un espacio de tiempo que se nos antoja demasiado largo. Entre tanto, Bobadilla hubo de enviarle más de un recado conminándolo a acudir a su presencia. En primer lugar, parece que el comendador se limitó a hacer llegar al Almirante un traslado de la documentación que había sido leída a los vecinos de Santo Domingo, a la que no añadió ninguna misiva personal notificándole su lle- gada. Esa falta de delicadeza, según Las Casas, disgustó profundamente a Colón, máxime cuando supo que, en cambio, Bobadilla sí se había dirigido a Francisco Roldán y a otros de los sublevados. Mientras, fueron y vinieron cartas y embajadas, cuyo contenido desconocemos, de una a otra parte de la isla. Si hemos de creer a Las Casas, fueron fray Juan de Trasierra y el teso- rero Velázquez quienes, enviados por Bobadilla, hicieron entrar en razón al Almirante y lo determinaron a acudir a la ciudad. 242 Según el propio Colón 243 y el testimonio de Las Casas, Bobadilla, tan pronto supo de la proximidad de la llegada de D. Cristóbal, ordenó prender a D. Diego y encerrarlo en una de las carabelas en las que había llegado el mes anterior. En cuanto al Almirante, tanto el dominico como D. Cristóbal nos dicen que fue también aherrojado nada más llegar y de esta guisa encarcelado en la fortaleza. «Donde ni él lo vio ni le habló más», señala fray Bartolomé; 244 «ni le hablé más a él ni consintió que hasta hoy nadie me haya hablado», comentó D. Cristóbal, 245 extrañado al no entender los motivos de su prisión. Cuando elAdelantado llegó a Santo Domingo, unos días más tarde, Bobadilla actuó con él de la misma manera. En sus primeras actuaciones, Bobadilla tomó juramento a Miguel Díaz, a Diego de Alvarado y a Rodrigo Pérez sobre ciertas cuestiones que

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