Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

La conquista y la implantación de los españoles 292 los muertos las había llevado él personalmente a Castilla para dárselas a la reina y que sospechaba que se habían quemado; y que no se habían efectuado procesos de los que aún estaban presos simplemente porque eran «casos de castigo». El motivo de esa falta de documentación era obvio: dado que los barcos tardaban más de un año en ir y volver de Castilla, si se esperaba la respuesta, «se perdiera la isla y le mataran a él». Ya desde finales de 1495 Colón había recibido no una, sino varias cartas de los Reyes, pidiéndole que enviara a la Península a los presos junto con sus juicios. 250 Colón había hecho oídos sordos. Ni había enviado a los pre- sos a la Península ni tampoco los procesos. Ahora se justificaba en aras de la eficacia para imponer justicia. En cuanto a esos procesos que dice que llevó personalmente a la reina, exclusivamente los de los ajusticiados, y que creía que se habían quemado, bien parece que se trata de una artimaña del geno- vés. De haberlos entregado a Da. Isabel, alguna huella hubieran dejado en la documentación. El 17 de septiembre tuvo lugar la segunda deposición del Almirante. En esta ocasión el documento no aclara si Bobadilla, en persona, estuvo presente en el interrogatorio o si fue el escribano quien tomó la declaración. Fue en- tonces cuando se le requirió para que entregara el oro y las otras «cosas» que tenía en su poder pertenecientes a los Reyes. Respondió Colón afirmando que él, en efecto, tenía que pagar a 330 personas pero que, en tanto no les hubie- ra abonado su salario, no estaba obligado a entregar las cuentas al tesorero Velázquez. Eso sí, Bobadilla podía estar tranquilo, pues tan pronto hubiera pagado a su gente, le entregaría lo sobrante. De la forma más escueta y escu- rridiza posible Colón había contestado a las tres preguntas del comendador. No quiso jurar su declaración hasta el 23 de septiembre. El mismo día en que D. Cristóbal juró su declaración hizo otro tanto D. Bartolomé, quizá llegado justo entonces a Santo Domingo. El Adelantado declaró bajo juramento la cantidad de oro de los Reyes que tenía en su po- der, cuya cuantía desconocemos. Confesó que los presos habían quedado en poder de Cabrejas, con indicación de que los llevara a La Concepción y que de los procesos no sabía nada, bien porque no se habían realizado, bien porque los había de tener el alcaide. A los Colón parece que se les hubiera nublado la mente: ni recordaban si se habían efectuado procesos, ni si se habían realizado pesquisas, ni quién era la persona que custodiaba los que se habían efectuado. Lo único que sacó en claro Bobadilla del interrogatorio a los hermanos fue que, efectivamente, D. Cristóbal no había pagado a su gente, luego era cierto que se les debían sus salarios, y que le iba a resultar sumamente difícil

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