Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 293 seguir la pista a los procesos y pesquisas, si es que alguna vez se hicieron. Infortunadamente, la cuenta del oro, que juró D. Bartolomé, iría en papel aparte y no se nos ha conservado. Nada se nos dice del tratamiento que a continuación dio Bobadilla a los Colón. Siguiendo a Las Casas, lo más probable es que ordenara que fueran conducidos al navío que los habría de llevar a Castilla un par de semanas más tarde. Bobadilla seguía al pie de la letra las órdenes que había recibido: de considerar que alguna persona debía de ser expulsada de las Indias, debía enviarla a la corte. Y así lo hizo. Los tres hermanos Colón harían juntos la travesía. Encarcelados, sin duda, ¿pero también aherrojados? Cuenta Las Casas que cuando el comendador ordenó que se pusieran grillos al Almirante, «no se hallaba presente quien por su reverencia y de compasión se los echase, sino fue un cocinero suyo, desconocido y desvergonzado, el cual con tan deslavada frente se los echó, como si les sirviera con algunos platos de nuevos y preciosos manjares. Este yo le conocí muy bien y llamábase Espinosa»; y añade, «estos grillos guardó mucho el Almirante y mandó que con sus huesos se enterrasen, en testimonio de lo que el mundo suele dar a los que en él viven, por pago». El dominico reprodujo con todo lujo de detalles la entrevista de D. Cristóbal con Alonso Vallejo cuando este apareció en la fortaleza para llevarle al navío. «Vallejo, ¿dónde me lleváis?», preguntó abrumado el Almirante. «Señor, al navío de vuestra señoría a embarcarse», respondió Alonso. «Vallejo, ¿es ver- dad?», insistió Colón y contestó Vallejo, «por vida de vuestra señoría, que es verdad, que se va a embarcar». 251 Por su parte Hernando Colón 252 añade un detalle estremecedor: que los enemigos del Almirante fueron al puerto a tocar cuernos para que los presos pudieran oírlos desde los navíos y que un hospitalero, Diego Ortiz, leyó en la plaza un libelo contra el Almirante. A primeros de octubre partieron las naves para Castilla. Bobadilla nom- bró capitán de la flota, cuyo piloto era el paleño Andrés Martín de la Gorda, a Alonso Vallejo. Dos buenas personas, al decir de Las Casas. Andrés era el propietario de la Gorda, la carabela en la que había llegado el comendador, Vallejo era criado de Gonzalo Gómez de Cervantes, tío de Fonseca, que ya había sido nombrado obispo de Burgos. Ambos trataron bien al Almirante y a sus hermanos. Nada más zarpar quisieron quitarles los grillos. Colón se negó: de esa guisa quería presentarse ante los Reyes. Quizá, como indica Las Casas, cuando arribaron a Cádiz el 25 de noviembre, los hermanos Colón fueron sacados del barco a hurtadillas para que pudieran acudir a la corte antes de que llegaran las cartas de Bobadilla.

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