Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

La conquista y la implantación de los españoles 296 Colón y más tarde por Bobadilla y Ovando. Otra versión apuntaba a que el Almirante no consentía que se bautizara a los indios para así poder venderlos como esclavos, pues, como señaló el Vizcaíno Gonzalo, el Almirante «quería más el tributo que le daban que verlos cristianos». Se acusó al Almirante de que instaba a los frailes a ocuparse más de la vida religiosa de los cristianos que de bautizar a los indígenas. Por la tercera pregunta se demandaba a los testigos sobre la forma y ma- nera en que los Colón impartían justicia. Quedó probado que el Almirante y sus hermanos imponían castigos excesivos. Que en la mayoría de los casos no se efectuaron ni juicios ni pesquisas. Y que la corrupción era la norma no solo entre los hermanos sino también en sus hombres de confianza. El triunfo de la Orden seráfica Con la flota de Bobadilla llegó al Nuevo Mundo la segunda remesa de misioneros. Cinco franciscanos formaban la expedición: fray Francisco Ruiz, mayordomo de Cisneros, que fue el encargado de devolver a la Española a los indios enviados por Colón a Castilla; fray Juan de Robles, fray Juan de Trasierra, fray Juan de Leudele o Bermejo y fray Juan Tisin; los dos últimos iban por segunda vez, ya que en 1498 habían regresado a la Península. Fray Alonso del Viso, benedictino calatravo, figuraba como capellán de la expedición. En unas cartas durísimas, que enviaron los franciscanos a Cisneros en el mismo barco que transportó a los Colón a Castilla, los frailes acusaron al Almirante de querer entregar las tierras a sus compinches genoveses; de haber- se querido alzar contra Bobadilla y de haber intentado reclutar indios y cristia- nos para resistirse contra el Comendador. En cambio, nada dicen acerca de que prohibiera bautizar a los indios; no dejaron empero de alabarse mutuamente y de señalar las miles de almas que ellos solos habían bautizado en tan poco tiem- po: nada menos que 2,000 fray Juan de Leudelle y 3,000 fray Francisco Robles. Una cantidad respetable de bautismos y, en consecuencia, de muchos nuevos cristianos a los que había que adoctrinar. Y ese era el motivo por el que todos ellos pedían al Cardenal que dispusiera el pronto envío de más misioneros. Los frailes, ya expertos en cuestiones administrativas, no se olvidaron en sus cartas de solicitar rentas para que su permanencia en la colonia fuera más eficaz. Así, propusieron que se cobrasen los diezmos a los cristianos –ya ave- cindados– y que se entregasen en su totalidad al jefe de la misión; asimismo, recomendaban que se siguiesen manteniendo las franquicias para coger oro a los cristianos, pues aunque fuera menos de lo esperado, algo les debería de corresponder en el reparto.

RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3