Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

La conquista y la implantación de los españoles 298 fortaleza almenada, 257 aunque, como se ha dicho, sus casas eran todavía pajizas. Además de Santo Domingo había otros pequeños núcleos de población. Sin duda el más importante era la villa de La Concepción de la Vega, 258 a media milla del fuerte del mismo nombre, en donde el Almirante plantó su cuartel general después de 1498 y en donde quiso que su hijo Diego viviese durante sus futuras estadías en la isla; a este fin ordenó el 21 de mayo de 1499 a Miguel Ballester que amojonase unas buenas tierras en su entorno y que las registrase a su nombre. 259 En los alrededores de la villa poseía también unas tierras el fiel amigo de los Colón Pedro Hernández Coronel. En el Bonao se refugiaron Francisco Roldán y sus seguidores. Tras ren- dirse a Colón, como dice Las Casas, «avecindáronse algunos en el Bonao y se comenzó allí la villa del Bonao», 260 cerca de donde B. Colón dio la última ba- talla a Guarionex. 261 En 1500 Colón envió allí a su fiel Terreros a fin de que los vecinos reuniesen el concejo y se pusiesen de su parte. 262 Situada en un lugar estratégico, «el paso de toda la tierra», 263 el Bonao fue adquiriendo impor- tancia, como demuestra el hecho de que el 7 de diciembre del año 1508 se le otorgara oficialmente la categoría de villa y se le concediera escudo de armas: un acto de «reafirmación de la autoridad real» en el año en que empezaban los pleitos colombinos, como ha visto muy agudamente I. Szaszdi. 264 Santiago, hoy trasladada de lugar con el nombre de Santiago de los Caballeros, también recibió la condición de villa en 1508, aunque debía de ser en 1500 poco más que un poblacho junto al fuerte. Estas eran, pues, las cuatro villas de españoles que había en la Española. 265 Pero en su costa septentrional es probable que comenzara a haber alguna pe- queña población en Puerto de Plata, 266 enclave que, a partir de 1505, comienza a aparecer con frecuencia en las escribanías sevillanas como lugar de destino de las carabelas que hacían la carrera de Indias. Otros españoles vivieron en sus haciendas repartidos por la isla. Durante un tiempo, tal fue el caso de Francisco Roldán o de Miguel Díaz, ambos amancebados con indígenas y convertidos en jefes de los indígenas, a modo de caciques blancos. Aunque los baquianos ya se iban acostumbrando a la dieta de los indí- genas y las semillas comenzaban a dar fruto, en 1500 el abastecimiento de la colonia dependía aún en gran medida de la metrópoli: los conucos de que hizo merced Colón en 1500 a sus partidarios debían de producir yuca funda- mentalmente para los indios. 267 La carestía daba lugar a abusos y los precios eran más elevados que en Castilla, como quedó demostrado en las declara- ciones que hicieron los colonos ante Bobadilla. Entonces declaró Cristóbal Rodríguez la Lengua que se había llegado a vender «el arroba del vino a dos

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