Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
La conquista y la implantación de los españoles 300 no reuniese las dotes necesarias para ser tan buen gobernante como marino. A diferencia de los conquistadores que lo siguieron, nunca logró entender del todo que las Indias no le pertenecían. Muchas veces se le oyó decir: «Nos ganamos y hallamos esta tierra»; y después, como cansado, añadía: «por man- dado de Sus Altezas». 280 Los indígenas para él fueron solo mercancía, y los caciques de paz, un útil comodín para la explotación de los indios. Es com- prensible que no congeniara con los españoles; pero en las luchas intestinas que surgieron no persiguió el bien común de la colonia, sino que se enrocó en una defensa a ultranza de sus derechos y privilegios, actuando en su último año de gobierno como un señor de horca y cuchillo: la llegada de Bobadilla puso fin a una represión brutal. A su vez, los españoles hicieron a Colón culpable de todos sus males, injustificadamente. Bien está que así pensase el pueblo; pero los prohombres de la Isabela no supieron estar a la altura de las circunstancias en el año crucial de 1494, aunque quizá su marcha evitase una prematura guerra civil. Mucho se ignora todavía acerca de estos primeros años. Apesar de existir un acervo documental importante, su historia es difícil de reconstruir porque la figura del Almirante, para bien o para mal, ocupa todo el escenario como principal o único protagonista de los hechos, de suerte que, cuando él hace mutis, cae el telón sin que aparezcan o tengan voz propia otros actores: así, durante su ausencia de la Isabela en 1494. Después solo rompen ese silencio la carta de Roldán y, ahora, las declaraciones de los testigos de la Pesquisa. Poca cosa todavía para penetrar en las causas que movieron a unos y a otros en sus acciones y comprender plenamente los acontecimientos; en suma, para alcanzar la verdad.
RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3