Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
La conquista y la implantación de los españoles 306 113 A las actuaciones deAguado dedicó Las Casas el cap. CXVIII de su Historia y Fernández de Oviedo el cap. XIII del lib. 2º. 114 Historia , II 13 (p. 52 a). Esta versión de los hechos indignó a Las Casas ( Historia , I 109 [p. 298 b]). 115 Historie , 62 (II, p. 56). 116 En la instrucción a Torres, en efecto, escribió el Almirante ( Textos , doc. IX [p. 263]): «faréis relación [a los Reyes] de Juan Aguado… cuán bien e diligentemente ha servido en todo lo que le ha seído mandado». 117 Cf. A. Bernal, Memorias , 131 (p. 333). 118 Cf. Las Casas, Historia , 1 111 (p. 302 b). 119 Así dicen A. Bernal ( Memorias , 131 [p. 333]), H. Colón ( Historie , 63 [II, p. 62]) y G. Fernández de Oviedo ( Historia , II 1 [p. 57 a]). El cacique estaba vivo todavía cuando las dos carabelas llegaron a la Guadalupe, donde al Almirante le vino en gana llevarse tam- bién a una cacica y a su hija. 120 Tal es la versión de Pedro Mártir ( Décades , I 4, 10 [ Cartas , p. 84]) y de Las Casas ( Historia, II 102 [p. 286 a]), como si Caonabo hubiese muerto en el huracán que dio al traste con las cuatro naves que habían llevado a las Indias a Juan Aguado ( Historia , I 108 [p. 297 b]). 121 Textos , doc. LXXIV (p. 497). 122 Textos , doc. VIII (pp. 252-53). Ojeda y Corbalán regresaron a la Isabela el 10 y el 21 de enero, según anota Chanca (17 [ Cartas , p. 175]). 123 Textos , doc. XI (p. 275 y 278: la primera expresión se convirtió en una especie de latigui- llo: cf. ibidem , p. 284; doc. XIII [p. 288]; XIV [p. 319]). 124 Décades , I 4, 5 ( Cartas , p. 42). Cf. I 1, 6 (p. 42); 3, 1 (p. 64). 125 Décades , I 4, 10 ( Cartas , pp. 84-85). Se trata sin duda de las minas de San Cristóbal, reconocidas por Francisco de Garay y Miguel Díaz (Las Casas, Historia , I 110 [p. 301]). 126 Textos , doc. XLVI (P. 428). 127 Textos , doc. L (p. 440). 128 Textos , doc. LXIX (p. 479). Se corrigen los errores de transcripción de Hernando Colón (Cethia, Çipanga). 129 Apostilla No. 15 en Textos , p. 94. 130 Textos , doc. XLVI (p. 428). 131 Ni que decir tiene que los cristianos soñaron mil veces con la conquista de Jerusalén o, por decirlo de otra manera, con la restauración de la Casa Santa. El problema no es ése. Los contrarios a la tesis aquí expuesta tienen que probar, adu- ciendo los textos oportunos, que también los cristianos esperaban una reedificación del templo de Jerusalén que no fuera la del Anticristo. Es el fallo del excelente li- bro de Alain Milhou, Colón y su mentalidad mesiánica en el ambiente franciscanista español , Valladolid, 1983. La reseña que le hizo J. Gil en Historiografía y Bibliografía Americanistas , 27 (1983) 154-56 puede aplicarse también ahora al artículo de M. A. Ladero, «Participación de judíos y conversos en la empresa de Cristóbal Colón» en F. Díaz Esteban (coord.), América y los judíos hispanoportugueses , Madrid, 2009, pp. 35-80 y especialmente pp. 47-52. 132 Las Casas, Historia , I 41 (p. 147 a). Una actitud similar tuvieron los indígenas de México y Perú respecto a los españoles (cf. N. Wachtel, Los vencidos: los indios del Perú frente a la conquista española. 1530-1570, Madrid, 1976).
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