Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

La consolidación de la colonia 318 Arias, Juan Chamorro y un tal Juan Manuel. Tales tareas debieron ser lo sufi- cientemente eficaces como para que ningún navío sufriera daños, pues, unos días después, zarpó sin novedad el grueso de la escuadra. La partida de Sanlúcar se produjo en dos grupos separados: uno, forma- do por el grueso de la flota –tres naos y 24 carabelas– que zarpó el domingo 13 de febrero de 1502, bajo las ordenes del entonces comendador de Lares. 11 Y otro, compuesto de una nao y dos carabelas que soltaron amarras siete días después al mando de Luis de Arriaga, persona que, como es de sobra conoci- do, había firmado un asiento con el Rey para llevar pobladores a la Española. El comendador viajaba en la nao Santa María de la Antigua que ostentaba la condición de capitana con un arqueo de 130 toneladas. En el trayecto hacia la Gomera se produjo una tempestad de tal magnitud que se creyó que toda la escuadra se había ido a pique. Los cronistas son unánimes al señalar la pe- sadumbre de los Reyes Católicos al conocer la noticia, pues, estuvieron ocho días «retraídos, sin que hombre los viese, ni hablase ». 12 Por fortuna, sus peores sospechas no se cumplieron y la flota arribó sin demasiados contratiempos a las islas Canarias, salvo la carabela Santa María de la Rábida, de 90 toneladas, que se hundió a poco de salir de Sanlúcar, pereciendo las 120 personas que viajaban a bordo. Una vez en la Gomera, Ovando dispuso que se pertrechase otra nave en sustitución de la siniestrada. De nuevo, la flota estaría compuesta por 30 navíos y, además, viajarían divididos en dos escuadras, una al mando de Antonio de Torres y otra –formada por los 15 o 16 buques más veleros– a las órdenes del propio Ovando. Estos últimos navíos debieron ser bien seleccionados, pues la flotilla en la que viajaba el nuevo gobernador arribó a Santo Domingo el 15 de abril de 1502, unos días antes que la de Antonio de Torres. Tardaron solo dos meses en cubrir toda la travesía. Con la arribada de esta flota a Santo Domingo se iniciaba una nueva etapa en la historia de la colonia. Daba inicio una política de poblamiento y coloni- zación que duró prácticamente hasta el primer tercio del siglo xix . Las cosas no fueron fáciles, pues de hecho en los meses inmediatamente posteriores a la arribada, murieron de hambre y enfermedades casi la mitad de los integran- tes de la expedición. Sin embargo, la política pobladora no tardó en dar sus frutos. Para la metrópolis, el gobierno indiano de Nicolás de Ovando no pudo ser más satisfactorio pues encontró una isla al borde la ruina y dejó tras sí una colonia consolidada que sirvió de referente para toda la colonización españo- la en ultramar. Bien es cierto que, para los taínos, la llegada del Comendador Mayor supuso la aniquilación de toda esperanza de supervivencia.

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