Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 321 segundo, por las muchas ganancias que proporcionaba el comercio con esa región. Como ya hemos afirmado, debieron ser estos los motivos que lleva- ron al propio Comendador Mayor a acudir personalmente a Jaragua con casi todos los recursos ofensivos de que disponía en ese momento, es decir, 60 jinetes y 300 soldados de a pie. La excusa, siempre la misma, al enterarse que había muchos caciques «confederados» que pretendían conspirar con- tra él, se adelantó a las circunstancias y decidió atacar. Según relato de Las Casas, acordó con sus hombres que cuando se tocará una cruz que tenía en el pecho estos abandonarían el bohío donde se encontraban los indígenas, para incendiarlo seguidamente. De entre los caciques solo Anacaona se salvó, siendo ejecutada poco después. No hay acuerdo sobre el número de personas que perecieron en la despiadada quema pues mientras Fernández de Oviedo afirma que fueron 40, el padre Las Casas insiste en que fueron por lo menos el doble. No obstante, es probable que la cifra más aproximada fuese en esta ocasión la del dominico, pues Diego Méndez, uno de los históricos poblado- res de la isla, declaró en su testamento que estuvo presente en la matanza de Xaragua donde fueron quemados exactamente 82 caciques. No es seguro que hubiese una conspiración previa, pero incluso siendo así, el ataque hispano fue tan desmedido como inhumano. Como ha escrito Tzvi Medín se trató de una auténtica «masacre preventiva» que tanto recuerda a algunas actuaciones bélicas del mismísimo siglo xxi . 19 Y como, en teoría, lo único que se había he- cho era «pacificar» la tierra, en dicho lugar se erigió la villa de Santa María de la Vera Paz. Una bonita tapadera con un final feliz que escondía un dramático genocidio. Los indios capturados y esclavizados en Xaragua debieron ser muchos, pues los beneficios netos que se obtuvieron tras la venta en almoneda de «los esclavos y preseas y otras cosas que se hubieron en la guerra» ascendió nada menos que a 14,370 pesos de oro, de los que se descontaron 2,840 que corres- pondieron al quinto real. Un buen número de ellos acabaron vendiéndose en el mercado de esclavos de Sevilla. 20 Pero la situación de guerra rebrotó en la provincia de Higüey que se alzó por segunda vez, aniquilando, a la pequeña guarnición de españoles, com- puesta por el capitán Martín de Villamán y nueve hombres. Se iniciaba así la segunda guerra de Higüey. Ovando envió a Juan de Esquivel y a Diego de Escobar con un total de 400 personas para que acabasen con el alzamiento. Según Luis Joseph Peguero, estos llevaban instrucciones muy precisas para que «propusiesen primero la paz y si no la admitiesen los castigasen y su- jetasen su osadía». Efectivamente, los indios se resistieron y su cacique fue prendido y ahorcado algún tiempo después en Santo Domingo. Las personas

RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3