Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
La consolidación de la colonia 334 Francisco de Bobadilla, Nicolás de Ovando y Diego Colón repartieron tie- rras e indios durante sus respectivos mandatos. Excepcionalmente el cabildo de Santo Domingo repartió «tierras, aguas y solares», pero también deter- minados autoridades locales repartieron indios por delegación expresa del Comendador Mayor frey Nicolás de Ovando. Como es bien sabido, el origen de estos primeros repartimientos indianos debemos situarlo en torno a 1496, cuando el Almirante procedió, por primera vez, a repartir mano de obra aborigen entre algunos de los españoles que lo acompañaban. Al parecer, lo hizo cuando se percató del fracaso del sis- tema fiscal, consistente en el pago de un tributo por parte de los naturales. 48 La mayoría no podía pagarlo y terminaba huyendo al monte. Así, en 1496, cuando el Almirante hizo entrega a su hermano Bartolomé de una caballería de tierra en el Árbol Gordo, le debió repartir gran número de indios para destinarlos no solo al cultivo de la tierra sino al trabajo directo en las minas de San Cristóbal que se encontraban a una legua de distancia. No olvide- mos que un reparto de tierras en esa época no tenía ningún sentido si no iba acompañado de otro paralelo de mano de obra. Ahora bien, hemos de hacer dos advertencias: primera, que no se refería en concreto a la institución de la encomienda, sino a los repartimientos, siendo el motivo de la utilización de este vocablo, la redacción del texto en el siglo xvii , cuando se interpretaban ya ambos términos como sinónimos. Y segundo, que, por supuesto, no se trata tampoco de repartimientos generales, sino tan solo de repartos de indios a nivel individual, sin que exista en estos momentos una legislación definida ni unas condiciones concretas en la tenencia de los indios. Tres años después, es decir, en 1499, el Almirante volvió a repartir indios, aunque desconocemos hasta qué punto fueron importantes estos repartos a nivel individual, pues algunos historiadores han defendido el carácter colecti- vo de esta institución en sus comienzos. En este sentido, y siguiendo al padre Las Casas, fue usual juntar a dos o más españoles en una compañía para que se sirviesen de manera conjunta de un solo cacique. Realmente desconocemos la mayoría de los detalles sobre estos primeros repartimientos, pues ni tene- mos constancia del número de aborígenes que se repartió, ni a qué españoles, ni tan siquiera por cuánto tiempo. Lo único que sí podemos afirmar es que estos dos primeros no debieron ser demasiado gravosos para los naturales ya que, por un lado, afectó a un contingente reducido de ellos, y, por el otro, aún no se habían descubierto los principales yacimientos auríferos. El 23 de agosto de 1500 había arribado a la Española el pesquisidor Francisco de Bobadilla, que arrebató muchos indios a los colombinistas, aunque sin solución de continuidad en el sistema laboral. Para el indio, sin embargo,
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