Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

La consolidación de la colonia 338 descubrir». Creemos pues que en ningún momento desde la institucionali- zación de los repartimientos la facultad de repartir indios fue inherente al cargo de gobernador pese a que, como ya hemos visto, en algunas ocasiones recayeron ambos poderes sobre la misma persona. Para ser encomendero era necesario cumplir unos requisitos mínimos. Supuestamente dos: uno, jurar fidelidad al Rey y acudir con las armas cuando fuera necesario, Y dos, velar por la protección y educación de sus encomen- dados, lo cual solo era posible residiendo en su encomienda. Realmente en las Antillas en los primeros años no encontramos ningún caso de ritual de pleite- sía aunque es probable que en el momento de la entrega de la Real Cédula de encomienda se produjese algún acto en este sentido. Por lo demás, el hecho de que la encomienda llevase implícita una contrapar- tida por parte de su poseedor incapacitaba de por sí a determinados grupos: los menores de edad–normalmentemenores de 25 años–, losmestizos ymulatos –de- bido a su ilegitimidad–, los extranjeros y los no residentes. Adiferencia de lo que ocurrirá posteriormente en el continente se recomendaba el contacto personal con los indígenas para procurar su pronta educación como «labradores castellanos» así como su rápida cristianización. Por ello, Nicolás de Ovando evitó durante sus siete años de gobierno que los absentistas y cortesanos poseyesen encomiendas. 52 Otra cuestión bastante oscura es el concepto de demora, es decir, ese pe- ríodo de tiempo que los indios encomendados debían servir a sus encomen- deros. La duración anual de esta temporada que debían los indios servir ha sido muy controvertida. Se ha hablado de períodos de tiempo que van desde los cinco meses seguidos de 40 días de descanso, los seis meses y, finalmente, los ocho meses anuales. Sea como fuere la evolución de la demora desde 1503 lo cierto es que en los últimos años de la primera década del siglo xvi se fijó, al parecer definitivamente, en ocho meses. De hecho esa misma duración se manifestara no solo en las demás Antillas Mayores sino también en aquellas zonas del continente donde había encomienda de servicio. En cualquier caso de la demora lo desconocemos casi todo, desde la evo- lución exacta de su duración hasta los motivos de estos cambios. Posiblemente el aumento de la duración de la demora debió estar condicionado por una presión de los encomenderos similar a la que les llevó a conseguir la conce- sión de las encomiendas por dos vidas en 1513. Sobre esta cuestión se produjo una lucha constante por parte de los enco- menderos que reivindicaron la sucesión a perpetuidad, hecho al que se negó la Corona desde un principio. Desde luego estos conflictos hay que verlos sin duda en el marco de las luchas señoriales ocurridas en Castilla a lo largo de los siglos xiv y xv . Los Reyes Católicos primero, y después Carlos V, mantendrán

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