Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historia general del pueblo dominicano 345 se convirtió en el motor económico de la colonia. Sin embargo, el ciclo del oro no tardó en manifestarse como un espejismo de manera que, a finales de la segunda década del siglo xvi , la crisis volvió a hacer su aparición y con una intensidad parecida a la sufrida en torno a 1500. El oro se agotaba al igual que la mano de obra aborigen. El ciclo del oro se mostró sumamente efímero y tocaba a su fin. La economía en tiempos de Ovando Como es de sobra conocido, frey Nicolás de Ovando a su llegada a la isla en 1502 llevaba instrucciones muy precisas y detalladas de cómo debía gobernarla. Concretamente, lo primero que debía hacer era residenciar al comendador de la Orden de Calatrava, Francisco de Bobadilla, así como recaudar todas las deu- das que los vecinos tenían contraídas con el fisco, aunque, con templanza para evitar en la medida de lo posible la quiebra económica de la isla. A continuación, debía emplear todos los medios a su alcance para fo- mentar la explotación de los placeres auríferos, cometido que cumplió con creces, pues no debemos olvidar que la producción de metal precioso siguió una línea ascendente a lo largo de toda su gobernación. Para ello estableció, siguiendo las instrucciones del 16 de septiembre de 1501, un sistema restringi- do de fundiciones, prohibiendo que los particulares tuviesen hornos propios. Las fundiciones oficiales se localizarían: una en la Buenaventura, a orillas del río Haina –donde se ubicaban las minas de San Cristóbal–, y otra en la villa de Concepción de la Vega, en las cercanías del gran yacimiento montañoso del Cibao. Hasta 1505 hubo una sola fundición anual en cada una de estas dos villas, mientras que desde 1506 se hicieron dos en cada localidad. Al año siguiente se creó una nueva fundición en San Cristóbal que también funcio- naba dos veces al año. Los vecinos siempre presionaron para que se pudiese fundir en cualquier momento del año, pero el gobernador jamás consintió esta circunstancia ya que en las fundiciones debían estar presentes los oficia- les reales para evitar posibles fraudes. Como es lógico, difícilmente podían estar presentes si las fundiciones se hubiesen prolongado a lo largo de todo el año. Lo que sí consiguieron fue ampliar el número a nueve, tres en cada una de ellas. 61 Por tanto, el Comendador Mayor no solo organizó todo el sistema de explotación minera sino también el régimen de fundiciones. Pese a todo, este orden no lo ideó Ovando, que carecía de conocimientos sobre la materia, limitándose a cumplir fielmente las instrucciones reales. Asimismo, se encargó de incentivar la llegada de esclavos berberiscos y negros a la isla, flujo que fue lento pero incesante desde 1503. Básicamente se
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