Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historia general del pueblo dominicano 353 El final del ciclo del oro Está claro que Nicolás de Ovando sentó las bases de una economía prós- pera, basada por supuesto en la regularización de la mano de obra, indígena y negra, en la explotación aurífera y en la expansión de la explotación agropecua- ria. También ensayó otras posibles fuentes de ingresos: primero, a través de la exportación del palo de brasil y, segundo, con la explotación de las minas de cobre. Ambos negocios resultaron poco rentables. El primero, porque el palo de brasil, utilizado como tinte tenía grandes dificultades de comercialización y saturaba los almacenes de la Casa de la Contratación que terminaba siempre por malvenderlo. El segundo porque las vetas descubiertas resultaron ser po- bres y de escasa calidad. De hecho, en 1505 se encontraron las minas de cobre de Puerto Plata por lo que escribió al Rey hablándole de sus posibilidades. Sin embargo, no tardó en retractarse ya que el mineral que se obtuvo ni siquiera cubrió los costos de extracción. 82 Para fundir y afinar el cobre fueron llevados desde Castilla varios maestros como Eusebio de Galapentel de Saboya, Antón García, Andrés de Sevilla, Domingo de Génova y Rodrigo de Vergayo, que fueron despedidos finalmente, en mayo de 1506, cuando se demostró su falta de rentabilidad. Por tanto, su explotación se mostró como un espejismo, por- que nunca se encontraron yacimientos significativos como para rentabilizar su explotación. Pero no fue lo único que remitió Ovando, pues también mandó distintos tipos de piedras, azules, blancas, coloradas y verdes, así como «un manojo de raíces, un talegón de piedras y otras que parecieron eran de algún metal». 83 Llama la atención la rapidez en la búsqueda de nuevas fuentes de ingreso. También es seguro que en tiempos del Comendador Mayor se crearon unos astilleros en Santo Domingo, donde se reparaban barcos en mal estado. En 1507 se compró un mástil de 33 codos por 6,750 maravedíes para enviarlo a la Española. 84 Pero no fue lo único que se mandó, pues el 18 de febrero de 1508 la Casa de la Contratación gastó 5,016 maravedíes en comprar diversos mate- riales para varar navíos que se enviaron a la Española en una nao cuyo maestre era Esteban de Santeçelay. 85 Y nuevamente, el 9 de marzo, se compraron al cordonero Andrés Rodríguez 38 quintales de jarcia para reparar las carabelas que estaban en la isla. 86 En cambio, no parece que se incentivara la industria azucarera, aunque el primer trapiche, propiedad de un Alonso Gutiérrez de Aguilón, se ubicó en la Vega entre 1505 y 1506. 87 Su producción se destinó al consumo local, y su expansión en la isla no se inició hasta finales de la segunda década del siglo xvi . 88 Este fracaso inicial se debió a la falta de inversión, pues los capitales se
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