Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
La consolidación de la colonia 356 tan ingente cantidad de «infieles». Además, sabemos que la preparación de estos cenobitas era escasa ya que ni tan siquiera fray Ramón Pané –que llegó a aprender la lengua de los indios– tenía más formación doctrinal que «el Ave María y el Pater Noster». En realidad salvo figuras muy excepcionales –que desde luego las hubo– los religiosos que se embarcaron en estos primeros años rumbo al Nuevo Mundo eran personas poco doctas, como bien explicó, unos años después, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo: Que estas tierra manan o que llueven frailes; pero, pues son sin canas todos y de treinta años abajo, plega a Dios que todos acierten a servirle. 98 Pero la Corona estaba dispuesta a cumplir con su parte en lo estipulado en las bulas alejandrinas: primero, para mantener vigente la cesión. Y segundo, porque era consciente de que la evangelización favorecía la conquista. Como ha escrito Genaro Rodríguez, en todo momento la cúspide cortesana fue cons- ciente de que la Iglesia representaba un instrumento ideológico de enorme trascendencia para los intereses del Estado. 99 Por ello, la monarquía se apresuró en el fomento de esta institución justo después de recibir en 1501 el privilegio de cobrar los diezmos a cambio del sostenimiento de la naciente Iglesia indiana. Las propias instrucciones dadas a frey Nicolás de Ovando son sumamen- te reveladoras, por la importancia que se les dan a los aspectos relacionados con la evangelización de los aborígenes. Además retrasar esta iniciativa hasta 1513 hubiera significado poco menos que un incumplimiento del pacto con el Papado. Asimismo, y al margen de las cuestiones meramente legales, no podemos perder de vista el carácter profundamente religioso que mostró el propio Comendador Mayor durante toda su vida y que lo llevó a cuidar mi- nuciosamente no solo los aspectos temporales sino también los espirituales. Desde el mismo momento en que se proyectó la gran flota ovandina de 1502 se produjo un cambio de tendencia en lo referente a los aspectos religiosos y eclesiásticos indianos. Por eso se puede hablar de un segundo período en el proceso expansivo y organizativo de la Iglesia de las Indias que abarcaría precisamente los siete años de gobierno de Ovando compren- didos, como ya hemos dicho, entre 1502 y 1509. En esta etapa dio comienzo una gran tarea institucionalizadora de la Iglesia en la Española con el fallido intento de fundación de obispados, la dotación de curatos y la erección de recintos conventuales. De esta forma la metrópoli tomaba abiertamente la iniciativa, poniendo en práctica la bula de 1501 en la que se le cedían, como es de sobra conocido, los diezmos de las Indias a cambio del mantenimiento de la Iglesia.
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