Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 361 con los españoles, lo que permitía acelerar el proceso de aculturación. Y se- gundo al hecho de no ser indios originarios de la isla sino de la vecina Puerto Rico, con el consiguiente desarraigo de la tierra y de sus ancestrales costumbres y ritos. En definitiva podemos afirmar que –salvo excepciones muy concretas– aunque se bautizaron muchos aborígenes en estas islas caribeñas lo cierto es que, como afirmó Jerónimo de Mendieta, lo hicieron «más por lo que les mandaban sus amos, que movidos a devoción…» 112 De los sacramentos es evidente que jamás llegaron a practicar más que el del bautismo y, como ya hemos afirmado, no de su propia voluntad sino de manera impuesta. En cuanto a los demás sacramentos su administración debió ser algo completa- mente excepcional pese a que en algunas instrucciones a las autoridades de la Española se les pedía que fomentasen su administración entre los indios. El propio padre Las Casas declaró haber dado la comunión a los aborígenes en varias ocasiones, no dejando de ser, sin embargo, un hecho completamente aislado. Por lo demás, las causas concretas del fracaso evangelizador en las Antillas fueron las siguientes: la primera, su rápida extinción que evitó un periodo prolongado de aculturación sobre una continuidad generacional. La segunda, la inexistencia de libros doctrinales bilingües, como ocurrió en otros lugares de América. La tercera, la rápida fuga de eminentes clérigos letrados de la talla, por ejemplo, de fray Pedro de Córdoba. Y la cuarta, y última, el desinterés de los propios taínos por aprender y asimilar los preceptos básicos de la nueva religión. Esta última causa nos parece fundamental, pues está claro que no se trataba de que no alcanzasen a comprender los elevados dogmas cristianos como ha afirmado en alguna ocasión la historiografía hispanista, sino que no querían creer , como bien se reconoce en algunas informaciones de la época aquí presentadas. Así, pues, si bien es cierto que desde muy pronto aceptaron ciertos elementos de la religiosidad hispana, también debemos decir que ni aún los más aculturados fueron capaces de rezar el Ave María después de servir 30 o 40 años en casa de los españoles. En definitiva, creemos que ha quedado perfectamente demostrado que la mayoría de los taínos jamás llegó a comprender y a practicar la religión cristiana, continuando aferrada a sus creencias tradicionales.

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