Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
La consolidación de la colonia 362 M oralidad , vida cotidiana y diversiones El Comendador Mayor vigiló sin titubeos la adecuada virtud de los vecinos de la isla, gobernando, a nuestro juicio, con la austeridad de un militar y con la moralidad de un cenobita. Esta austeridad y rigurosidad le llevó a hacer cumplir estrictamente la disposición, establecida tras la muerte de Isabel de Castilla, que impedía llevar oro, plata y objetos suntuarios a las Indias sin una licencia especial. Asimismo, veló por que no se instalasen en la Española judeoconversos «ni hijos de quemados ni condenados por la Santa Inquisición». En este senti- do López de Gómara afirmó que vedó «la ida y vivienda en aquellos lugares de hombres sospechosos en la fe…» 113 Difícilmente podía prohibir desde las Indias el embarque de estos perseguidos por la Inquisición; sin embargo, sí parece seguro que cuidó en todo momento del mantenimiento de la ortodoxia cristiana, negando solares, oficios públicos y encomiendas de indios a aque- llas personas sospechosas en la fe o tan siquiera no aptas para enseñar a los indios la moralidad cristiana. Pero no solo vigiló el buen cumplimiento de la ortodoxia religiosa en su gobernación sino también la integridad moral de los pobladores, reembarcando rumbo a España a aquellos españoles que cometían delitos graves. En este sen- tido decía el padre Las Casas que «después de la muerte» no había cosa que temiesen más los españoles que su destierro a España. Evidentemente, otra cuestión diferente fue la evangelización de los indios de la que debemos reconocer que apenas se avanzó durante su gobernación aunque, como veremos enseguida, no se debió tanto al desinterés de las autoridades como a la falta de medios. El padre Las Casas se muestra muy duro al afirmar lo siguiente: Que por todo el tiempo que el Comendador Mayor esta isla gober- nó, que fueron cerca de nueve años, no se tuvo más cuidado de la doctrina y salvación de ellos, ni se puso más por obra, ni hubo más memorial ni cuenta de ella ni con ella que si los indios fueran palos o piedras o gatos o perros. 114. Nomenos crítico semostróel propioFernandoel CatólicoenunaReal Cédula dirigida a Diego Colón, en 1511. En ella le pedía que procurase la evangelización en la isla de Santiago –después conocida como Jamaica– para que no ocurriese lo que en la Española «que no tienen más de cristianos sino el nombre, salvo los muchachos que crían los frailes que aquellos, dicen, que los hacen bien...»
RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3