Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

La consolidación de la colonia 364 En estas líneas, pues, hemos dejado bien claro que la gobernación del Comendador Mayor, lejos de ser un paréntesis en la organización eclesiástica, constituyó un período muy intenso en el establecimiento de las bases de la Iglesia indiana. Además, fue en estos años cuando se inauguró una estrecha colaboración entre los dos grandes poderes, Iglesia y Estado, que va a tener una larga continuidad en el resto de la época colonial. Queda demostrado asimismo que fue durante la gobernación de Ovando cuando se estableció todo un entramado de capillas, servidas permanente- mente por clérigos y ubicadas en casi todos los rincones de la isla. Y finalmente se fundaron los primeros recintos conventuales, los prime- ros centros sanitarios –como el de San Nicolás de Bari en Santo Domingo–, e incluso, la primera hermandad establecida en el continente americano, la de la Inmaculada Concepción. Otra de las críticas que de forma infundada se han vertido sobre el Comendador Mayor es su falta de interés por el desarrollo de la cultura. Incluso el historiador dominicano Emilio Rodríguez Demorizi llega a dudar de su carácter de hombre de letras, afirmación que no parece cierta a juzgar por su formación y por su antigua condición de preceptor del príncipe don Juan. El embrión de la primera escuela de la isla se situaría al parecer en 1513, cuando se designó a Hernán Suárez para enseñar a los hijos de caciques. Sin embargo, huelga decir que esta era una actividad que venían desarrollando desde hacía años los franciscanos en sus conventos de Santo Domingo y Concepción de la Vega. El propio frey Nicolás de Ovando tuvo en su casa durante una temporada a los indios Diego Colón y Alonso de Cáceres, a los que con toda probabilidad enseñaría en las costumbres de Castilla. Sobre la vida cotidiana de los españoles en las primeras décadas del siglo xvi es muy poco lo que conocemos debido fundamentalmente a la pérdida de su juicio de residencia. Dado el carácter del gobernador es probable que los juegos de naipes –tan frecuentes en años posteriores– estuviesen prohibidos, e incluso, perseguidos. Pocas debían ser, pues, las diversiones con las que en estos primeros años se regocijaron los españoles. Nosotros pensamos que los juegos de azar, los festejos taurinos, los juegos de cañas, las carreras de caba- llos, etcétera, no tuvieron cabida durante el austero gobierno del Comendador Mayor. Muy probablemente no se generaron estas actividades lúdicas hasta la llegada a la Española de Diego Colón y su séquito. No obstante, disponemos de algunas breves referencias a algunos de los entretenimientos y divertimentos en estos primeros años de la colonización. En la flota del Comendador Mayor viajó una yegua bailarina que al parecer se movía y saltaba de manera acompasada al son de una vihuela, provocando

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