Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historia general del pueblo dominicano 369 18 Precisamente en el mismo año de 1502 conocemos varias expediciones que fueron en- viadas por el gobernador para comerciar con estos indios. Una de ellas fue la de Alonso de Sandoval que viajó como capitán de una carabela que fue a rescatar ropa de algodón a las partes de Xaragua . Igualmente conocemos al menos otra expedición comercial a este cacicazgo, al parecer fletada por Miguel de la Casa, vecino de la villa de Santiago, que obtuvo ropa de algodón de los indios de esta región, tributando a la Corona por tales transacciones treinta y ocho pesos de oro. 19 Véase Medín, Mito , pp. 60-61. 20 Gil, Columbiana , p. 529. 21 Sabemos que Diego de Soto, criado de Diego Velázquez, entregó al fisco 25 esclavos del quinto de los esclavos que había capturado en la segunda guerra de Higüey. Curiosamente también correspondieron a las arcas reales cinco camisas, dos hamacas y un cemí de oro, que se tasó en seis pesos de oro y un tomín. Sin embargo, debió haber otras entregas de esclavos en concepto del quinto Real. 22 Pero esta doble moral, esta dicotomía entre lo que decían y lo que hacían, era per- fectamente compatible con el ideal de la guerra santa que, como ya hemos repetido en varias ocasiones, nunca fue ajena al afán de botín. E incluso, si llegado el caso había que recurrir a matanzas indiscriminadas, el fin las justificaba. De hecho, como escribió Eric Hobsbawm, todas las guerras religiosas de la Historia se han caracterizado por su cruel- dad. Sobre la religión y la guerra ha escrito lúcidamente Eric Hobsbawm, Sobre la Historia, Barcelona, 1998. 23 Refirió Luis Joseph Peguero que el Comendador Mayor sintió mucho la muerte de Anacaona sin bautismo y que la noche de su muerte la pasó «entre congojas y suspiros y sin poder conciliar una hora de sueño (en) toda la noche». Al parecer, el malestar se sintió en la Península donde se asegura que la reina Isabel dijo al Duque de Alba que «haría pagar esto» a Ovando. Luis Joseph Peguero, Historia de la conquista de la isla Española de Santo Domingo , t. I, Santo Domingo, 1975, pp. 136-143. Aunque la fuente fundamental de Joseph Peguero es Antonio de Herrera, a veces introduce comentarios perspicaces y aditamentos de interés. 24 Tan sólo se equivocó en la elección del corrupto tesorero salmantino Cristóbal de Santa Clara. Según fray Bartolomé de las Casas, el tesorero Santa Clara ofreció grandes ban- quetes, a costa de la hacienda pública. Como era de esperar, fue alcanzado en nada menos que 80,000 castellanos de oro que pudo pagar gracias a los 92,000 castellanos que obtuvo de la subasta de la mayoría de sus bienes raíces. Véase, por ejemplo, Lamb, Frey Nicolás de Ovando , p. 155, y Mira Caballos, La economía, p. 247. 25 Ibídem, p. 86. 26 Emilio Rodríguez Demorizi, El Pleito Ovando-Tapia, Comienzos de la vida urbana en Santo Domingo , Santo Domingo, 1978, p. 186. 27 Sobre el particular pueden verse las obras de Alberto A. García Menéndez, Los jueces de apelación de la Española y su residencia (1511-1519) , Santo Domingo, 1981; y Américo Moreta Castillo, La justicia en Santo Domingo en el siglo xvi , Santo Domingo, 1998, pp. 24 ss. 28 Genaro Rodríguez Morel, Cartas del cabildo de la ciudad de Santo Domingo en el siglo xvi , Santo Domingo, 1999, p. 15. 29 Roberto Cassá, Historia social y económica de la República Dominicana , t. I, Santo Domingo, 2003, p. 126.
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