Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

El sector azucarero 386 consolidaba y crecía. Los precios se dispararon de manera alarmante, sobre todo los de las tierras, el ganado y, de manera particular, el de la mano de obra esclava. Hacia finales de la primera mitad del siglo xvi se libraba una carrera desenfrenada en la compra de tierras; puede decirse que es a partir de ese momento cuando surgió el gran latifundio colonial. 45 El monarca, al ver el interés mostrado por los señores de ingenios, dicta- minó que «solo se les dieran las tierras y aguas que hubieren menester dando a cada cual […] lo que justamente bastaba». 46 En la medida en que la industria azucarera crecía, aumentaban las deudas de los dueños de ingenios. Es probable que en muchos casos estos exageraran el monto de sus deudas para conseguir mercedes y ayudas por parte del Estado, logrando a veces que les condonaran las mismas. Con el fin de proteger a los dueños de ingenios de los acreedores, el Rey man- dó dar una Real Provisión para que no se les embargaran sus propiedades por las deudas contraídas en la fabricación de sus unidades productivas. 47 Esta misma provisión fue extensiva para los dueños de ingenios de la isla de Puerto Rico. 48 Fueron muchos los colonos obligados a asociarse para hacer frente a los gastos y reducir los riesgos que suponía la empresa. Los primeros que forma- ron una compañía para la fabricación de azúcar fueron Miguel de Ballester y Alonso Gutiérrez de Aguilón en 1503. En 1516 se asociaron con igual pro- pósito el licenciado Gonzalo de Vellosa y los hermanos Cristóbal y Francisco de Tapia. 49 Se puede decir que ellos simbolizaron los albores del carácter empresarial que supondría la economía azucarera. En adelante las sociedades resultaron ser una constante durante toda la industrialización del azúcar. 50 El proceso de asociación y formación de compañías se acentuó a partir de 1519. Entre las más importantes de ese periodo figuran las sociedades creadas entre Juan de Villoria, Isabel de Campusano, Melchor Centurión y Esteban Justinián. 51 Igualmente la del licenciado Pedro Vázquez, alcalde ordinario de la ciudad de Santo Domingo, junto a Diego de Morales, regidor de la villa de Santiago. Hacia 1520 se crearon las sociedades de Orduño Ordóñez, vecino de Santo Domingo, y Alonso Gutiérrez de Aguilón, y la del licenciado Rodrigo de Figueroa y Hernando de Burende, vecino de la Concepción de la Vega. El 22 de mayo de 1521 se constituyó otra sociedad entre el licenciado Figueroa y Juan de León, también vecino de la Concepción de la Vega. 52 Pese a la necesidad requerida por los colonos de formar compañías, una de sus constantes era la corta duración de estas corporaciones. Lo más normal era que no permanecieran por mucho tiempo, al menos con las mismas per- sonas. Por lo general, uno de los socios se quedaba con todo el ingenio. Entre

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