Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

El sector azucarero 388 Este invento debió de ser muy innovador dado que, a decir de los vecinos de Santo Domingo, se extendió con gran rapidez por toda la geografía de la isla. Lo que hace pensar que se trataba de un ingenio de cilindros es el hecho de que para esa fecha los que se construían utilizaban para la molienda este tipo de engranaje, o sea, el de los cilindros. En realidad, tanto el ingenio como el trapiche partían de una misma lógica mecánica. A diferencia de los instrumentos de madera usados por Aguilón y Ballester en La Concepción de la Vega, que machacaban las cañas, el nuevo mecanismo las exprimía sacándoles prácticamente todo el jugo. 56 Después del invento de Vellosa no se volvió a hablar de ningún otro cambio ni innovación en los molinos. Al ser unidades productivas mayores, los ingenios requerían más capi- tales. De ahí que su construcción estuviera reservada a los más poderosos económicamente. No obstante, y dadas las ayudas que ofrecía la Corona, fueron muchos los que se inclinaron por la construcción de ingenios. 57 Los escasos recursos de los colonos de la Española fueron un factor que incidió de forma negativa en el avance tecnológico experimentado por la industria azucarera durante esos años. Tuvieron que pasar varias décadas tras el invento de Vellosa para que se introdujeran nuevos cambios. El más importante se debe al rico hacendado Hernando Gorjón, que utilizando la técnica de Vellosa en la parte hidráulica, ideó un sistema mediante el cual el agua hacía girar la rueda del molino dándole en los cubos de abajo y no en la parte superior como hasta entonces. 58 Al parecer, esta innovación re- volucionó todo el sistema de la molienda y fue adoptada por los principales propietarios de ingenios, particularmente por los más poderosos económi- camente. Entre quienes modificaron sus ingenios se hallaban el licenciado Alonso Zuazo, Francisco de Tapia, Catalina Velázquez, mujer de Francisco Tostado, y Diego Caballero. 59 A diferencia del dispositivo anterior, el ideado por Gorjón daba una ma- yor seguridad y reducía riesgos y accidentes, los más comunes de los cuales se daban cuando la rueda del molino era arrastrada por las corrientes de los ríos. Por otra parte, el novedoso sistema abarataba algunos costes, como el de la construcción de grandes represas, pues permitía utilizar construcciones más pequeñas. 60 Finalmente, posibilitaba que los ingenios pudieran moler en cualquier época del año. Varias décadas después del invento de Gorjón tuvo lugar otro cambio tec- nológico. Esta vez fue obra de Francisco de Acosta, inventor de un sistema en el área de las calderas que, a decir de los contemporáneos, «no se había usado hasta ahora, con el cual, gastándose la mitad menos de leña que de presente se gasta en beneficio del dicho azúcar se sigue el mismo efecto y se ahorra la costa que con

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