Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Otros sectores productivos y económicos 442 Sin embargo, la situación tardó poco en cambiar debido a dos proble- mas: Uno, a las crecientes dificultades para encontrar barcos donde fletar la mercancía. Y otro, porque como cada cual enviaba lo que quería y lo vendía como podía había una guerra de precios que terminó perjudicando a los pro- ductores. Para colmo, la cañafístula dominicana comenzó a coger fama de ser de mala calidad, lo que disminuía aún más su cotización. En 1528 informó la Audiencia que seguían analizando con los oficiales reales, con los regidores y con los principales productores, una posible solución para así «no dejarla perder como ya se comenzaba a hacer». 68 El resultado de esas negociaciones y deliberaciones fue el gran pacto suscrito ante escribano público el 7 de mayo de 1529, por el que se estableció su monopolio, lo cual en teoría debía beneficiar a todos los productores. El acuerdo estaba encabezado por el mismísimo presidente de la Audiencia, Sebastián Ramírez de Fuenleal, los oidores, los oficiales reales y los regidores del Cabildo que, con acuerdo de los principales hacendados, formalizaron una escritura por la que se estableció el estanco de la exportación. 69 Básicamente se establecía que todo el comercio se canalizaría a través de Juan de la Serna, mercader burgalés residente en Santo Domingo, quien a su vez lo enviaría consignado a Sevilla a nombre de Melchor de Carrión. Estos factores cobra- rían el 6% de los beneficios de su venta. Existía la posibilidad de enviar la producción de la mitad norte y oeste de la isla desde Puerto Plata, Puerto Real y la Yaguana, siempre y cuando desde allí se remitiese un detallado registro a Juan de la Serna y se consignase, por supuesto, a Melchor de Carrión. La cañafístula se enviaría en pipas de 2,5 quintales o en vasijas que debían entregar los productores y envasar el factor de Santo Domingo, vendiéndose toda ella al precio de 6,000 maravedíes el quintal. Se preveía también que se incorporasen al monopolio los productores de San Juan, Cuba y Jamaica, quienes deberían remitir el producto desde sus respectivas islas al citado mercader afincado en Sevilla. Los beneficios, descontado el porcentaje de los dos mercaderes, se invertiría en productos europeos de los que tanta necesi- dad había en las Antillas, es decir, vinos, harinas, aceite, jabón y productos textiles. Ahora bien, aquel productor que reclamase el dinero de la venta de su cañafístula lo podía solicitar a Melchor Carrión, como de hecho ocurrió en varias ocasiones. 70 El acuerdo se pregonó por Francisco de Roa tanto en la Iglesia Mayor, el domingo 9 de mayo de 1529, como en la Plaza Mayor, trece días después. Aprincipios de 1530 ya estaba funcionando el monopolio, el cual se man- tuvo por espacio de varios años. El hecho de formalizar un traslado de la escritura en Sevilla el 4 de abril de 1531 nos está indicando su uso por parte
RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3