Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historia general del pueblo dominicano 443 del interesado. El 10 de diciembre de 1532 se compelió a un tal Juan Sánchez de las Perlas a que pagase a Melchor de Carrión el valor de 80 quintales del producto que le había vendido. 71 Nuevamente en 1533 encontramos al cita- do Carrión vendiendo el producto en Sevilla y manteniendo algunos pleitos por la cobranza de distintos quintales vendidos. 72 Sin embargo, todo parece indicar que el monopolio no funcionó correctamente, por lo que apenas tuvo repercusiones económicas de significación. Álvaro Caballero, contador de la Española, atribuyó este fracaso a tres causas: primero, a la pronta marcha de su patrocinador el licenciado Sebastián Ramírez de Fuenleal, nombrado presidente de la Audiencia de Nueva España el 11 de abril de 1530; segun- do, al hecho de que algunos no respetaron el monopolio y comercializaron por cuenta propia su producción, 73 y tercero, al bajo precio en que se fijó su venta, exactamente 16 ducados el quintal cuando, según Álvaro Caballero, al traerse de Alejandría se vendía a 35 o 40 ducados el quintal. Pero había dos causas más que no citó el contador: una, los altos fletes que se pagaban por su embarque, según denunció en 1545 el Cabildo de Santo Domingo; y otra, la fuerte oposición mostrada por los mercaderes sevillanos que veían con malos ojos un monopolio que solo beneficiaba a los productores dominicanos, en detrimento de sus intereses. Lo cierto es que, antes de la formalización de la compañía, el bajo precio tenía arruinado el negocio y, tras el breve paréntesis monopolístico, en el que las cosas no fueron mucho mejor, volvió a hundirse su comercio, por los altos fletes y por los bajos precios a los que se cotizaba el quintal, ¡a un ridículo peso de oro! Y es que, en torno a 1540, su precio de venta era una décima parte de la cotización que alcanzó dos décadas antes. Por todo ello, en 1541, Álvaro Caballero, contador de la isla, solicitó la renovación de la antigua compañía por seis años, pues si no se remedia en bre- ve tiempo «no habrá arboleda alguna de la dicha cañafístula » . No obstante, no parece que dicha petición tuviese efecto porque, en adelante, la venta de la caña- fístula se practicó libremente por productores y comerciantes. De hecho, en 1542 se estableció una compañía por la cual Francisco Beltrán enviaría el citado fruto al mercader Juan Rodríguez para que lo vendiese en la ciudad del Guadalquivir. Hacia 1561 se produjo un nuevo intento de las autoridades locales de re- novar el monopolio. Todo el producto de la isla y el de Jamaica, Puerto Rico y Cuba se debía mandar a Santo Domingo desde donde se remitiría a un factor en Sevilla. No obstante, desconocemos totalmente el alcance y los resultados de este nuevo estanco. Entre 1568 y 1596 se registraron en Sevilla 3,865 quintales de cañafístula, un 39.24% procedente de la Española. 74 El monto global de las exportaciones fue relativamente modesto. Suponiendo que se hubiese vendido a 6,000
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