Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Otros sectores productivos y económicos 444 maravedíes el quintal, precio en el que se mantuvo durante buena parte del siglo xvi , produjeron unos beneficios brutos de unos 62,000 ducados, de los que unos 24,000 pertenecían a productores dominicanos. Descontados los gastos de su elaboración, fletes, comercialización e impuestos, tendríamos unos beneficios anuales para la isla de menos de 500 ducados. A juzgar por estos datos, parece claro que la cañafístula pudo ser un complemento econó- mico para la precaria economía de la isla, pero desde luego su rentabilidad fue muy inferior a otros productos como el azúcar o el cuero. No obstante, más allá de su rentabilidad económica, esta planta medicinal, junto a otras que también se comercializaron, dieron una merecida fama a la isla de ser un auténtico vergel botánico. 75 En cuanto al jengibre, era una planta de origen oriental que se introdujo en la isla en el segundo cuarto del siglo xvi , pues ya en una carta del Cabildo de Santo Domingo, fechada en 1533, se hablaba de este cultivo. 76 Se le atri- buían cualidades para aliviar los dolores de estómago además de utilizarse como especia en la cocina. 77 En 1538 se firmó un asiento con Juan de Oribe para cultivar en exclusiva en la Española, «y otras islas y Tierra Firme » , jen- gibre, pimienta, malagueta, clavo, canela, nuez moscada y otras especias. 78 A cambio de tributar la mitad de los beneficios, el Emperador se comprometía a no permitir la entrada de especias desde fuera del imperio. Desconocemos si este asiento llegó a tener consecuencias prácticas. Probablemente el silencio de la documentación posterior nos esté indicando un fracaso prematuro. Lo cierto es que su explotación no adquirió un carácter intensivo hasta los años setenta. Ya en 1572 la Audiencia informó que, pese a que era un cultivo muy apto para aquellos territorios, los vecinos no se empleaban en ello porque la competencia del género procedente de otros reinos había provocado que «no tuviese salida ». 79 Las circunstancias debieron mejorar cuando, pocos años después, algunos vecinos de la isla, como los hermanos Rodrigo y Hernando Peláez, naturales ambos de Martos (Jaén) y Juan Sánchez Bueno, se dedicaron de lleno a dicho cultivo. En octubre de 1578 el guardián del convento de San Francisco recibió una caja con azúcar y jengibre dominicano que pesó 22 arro- bas y cinco libras y que trajo a Sevilla un navío de que fue maestre Antonio Beloso. 80 Había algunas compañías dedicadas a su exportación; así por ejem- plo, Diego de Monroy, clérigo, natural de Zafra y residente por esos años en Santo Domingo, se dedicaba al envío de jengibre consignado al doctor Simón de Tovar, residente en Sevilla. 81 En la última década del siglo también funcio- naba una compañía entre Jerónimo Pedrálvarez, vecino de Santo Domingo, y Pedro Díaz de Abreu, mercader residente en Sevilla. El primero mandaba jen- gibre y dinero en efectivo al segundo y este enviaba pipas y botijas de vino. 82

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