Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 447 al gobernador Ovando para que estudiase las posibilidades de aprovecha- miento de dicha planta. Al parecer, el brasil se vendía en la feria de Medina del Campo al menos desde finales del siglo xvi , introduciéndose desde otros reinos. Unos años después, para mejorar su comercialización, se planteó la creación de una casa en Medina del Campo, dirigida por un tal Rodrigo de Briziaños, que tuviese a cargo la venta del brasil. Y se puso en práctica, pues en mayo de 1513 encontramos al citado factor en la ciudad castellana, dedi- cado exclusivamente a la venta del brasil que los oficiales de la Casa de la Contratación le remitían. Sin embargo, las expectativas no tardaron en ser defraudadas porque se vio que el negocio era ruinoso. Y ello por tres motivos: En primer lugar, porque el género era dificultoso y caro de transportar, pues no olvidemos que mientras de la cañafístula se comercializaba la pulpa preparada, del brasil lo que se aprovechaba era el propio palo. El alto coste del transporte pasó factura a pesar del sustancioso incremento que el precio del brasil experimentó a lo largo del siglo. 93 En segundo lugar, porque se vendía brasil de muy diversas proceden- cias. Solo en América se producía en el resto de las Antillas, Tierra Firme, Nueva España y Nueva Granada. Más aún, una parte de la producción se introducía fraudulentamente desde Portugal. El propio Rodrigo de Briziaños informó que algunos comerciantes vendían brasil procedente del vecino reino luso. Poco después, en Cádiz, se procedió a la confiscación de varias partidas que tenían preparadas para su venta algunos mercaderes genoveses. Pero las excepciones eran muchas y fue la misma Corona la que en diversas ocasiones expidió autorizaciones para importar brasil portugués. Y en tercer lugar, porque, al igual que había ocurrido con la cañafístula, desde los años treinta se difundió la falsa idea de que el brasil antillano era de pésima calidad, por lo que pocos comerciantes lo adquirían. La idea era contraria a lo que se sostuvo tan solo dos décadas antes cuando se decía que no solo era abundante sino también «más fino » que el que se traía de otros reinos. 94 Pero lo cierto es que si ya su venta resultaba complicada en las pri- meras décadas del siglo xvi , mucho más lo fue después, cuando se difundió el supuesto estigma. Y para colmo el brasil era un producto que, al margen de sus altos costes de almacenamiento, perdía buena parte de sus cualidades tintóreas pasado un tiempo. En 1526 Juan Fernández de Castro, mercader avecindado en Sevilla, fir- mó un asiento por el que se hizo con el monopolio del brasil por espacio de tres décadas, a cambio de pagar a la Corona la tercera parte de los ingresos totales. El citado estanco debió estar vigente algunos años, pues en mayo de

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