Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historia general del pueblo dominicano 455 primera flota zarparía, finalmente, en abril y estaría integrada por los buques que se dirigían a Veracruz, Honduras y las islas antillanas, mientras que la segunda mantendría su fecha de salida en el mes de agosto y estaría formada por los buques que se enviaban a Panamá, Cartagena, Santa Marta y otros puertos de la costa norte. A raíz de la conquista de México, la isla empezó a quedar marginada de las rutas del comercio legal. Progresivamente, los comerciantes sevillanos fueron dejando la antesala antillana atrás para vender sus productos en la América nuclear. El daño para la economía de la isla fue inicialmente irrepa- rable: por un lado, el poco género que llegaba lo hacía a precios disparatados y, por el otro, lo producido en la tierra, por abundante, era pagado a precios irrisorios. No había economía que pudiera soportar eso; era el alto precio que había que pagar por el monopolio comercial sevillano. Las autoridades isleñas intentaron remediar estos males por la vía diplo- mática solicitando de manera incansable dos medidas: una, fijando el precio de los productos europeos para evitar que la escasez disparase los precios. Existían intereses verdaderamente antagónicos y contrapuestos entre los cargadores sevillanos, que pretendían que el mercado impusiese su ley, y las élites locales que eran las grandes perjudicadas por la inflación. Ya en 1513 la Corona recriminó a las autoridades locales por las quejas de los comerciantes sevillanos, ordenando que en adelante permitiesen vender libremente los productos que llegasen de la Península. 114 Y otra, conseguir un privilegio especial por el que se liberalizara el co- mercio. Pretendían cargar mercancías con destino a Flandes y a otros reinos del Emperador, «sin tener tan duro tributo de pasar por el río de Sevilla » . 115 Y asimismo defendían que desde cualquier puerto de los reinos hispánicos, incluido Flandes, se pudiese cargar libremente con destino a Santo Domingo. Las peticiones para conseguir el libre comercio fueron una auténtica obsesión a lo largo de todo el siglo xvi . Ya en 1508 la junta de procuradores de la isla, encabezada por Antonio Serrano y Diego de Nicuesa, lo solicitó encarecida- mente, pero la negativa de la Corona fue taxativa. La Corona estaba ya deci- dida a centralizar el monopolio en Sevilla, con Cádiz como puerto secundario. Pero las autoridades antillanas, dado lo que se jugaban, no desistieron como se demostró nuevamente en la Junta de procuradores de 1518. Concretamente solicitaron lo siguiente: uno, que pudiesen cargar libremente para Castilla, azúcar, brasil, algodón, sin pagar almojarifazgo; dos, que pudiesen comerciar libremente con las demás islas antillanas y con Tierra Firme; tres, que desde cualquier puerto de la Península pudiesen enviar mercancías a la Española, incluidos esclavos negros, sin pasar por Sevilla y que, además, se trajesen en
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