Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 457 jengibre y otras cosas cualesquiera de cualquier calidad y género que sean que las tales persona o personas me deban o debieren y sean obligados a me dar y pagar… » 121 El resultado de todo ello fue que los vecinos se vieron obligados a recu- rrir al contrabando de manera masiva como único medio de supervivencia. La galopante inflación y el escaso suministro de productos europeos provocó que muchos vecinos vivieran asfixiados por las deudas. Tanto era así que, en la temprana fecha de 1513, se dispuso que mientras durasen las fundiciones no se pudiesen cobrar las deudas porque en ese caso ninguno acudiría a fundir. Pero los vecinos inventaban mil y una artimañas para eludir su pago, envian- do mercancías a España, consignadas a nombre de testaferros. 122 Ciertamente, la solución final que encontró la élite dominicana fue mantener una doble economía: la legal que a su vez funcionaba de encubrimiento de la economía sumergida, practicada al margen del monopolio comercial. Esta economía su- mergida, que aportaba la mayor parte de los recursos, la canalizaron a través de varios medios: Primero, defraudando directamente a la Corona, al no declarar el oro que obtenían ni los beneficios de la compra-venta de mercancías ilegales. Ya en 1505 se ordenó tanto a las autoridades de la Casa de la Contratación como al gobernador Ovando que no permitiesen que los vecinos tuviesen crisoles por- que los usaban «para fundir el oro y hurtarlo, sin lo marcar y pagar ». 123 Es im- posible cuantificar en estos momentos cuánto oro salió de la isla ilegalmente. Segundo, comerciando con cuantos barcos pasaban por sus costas, ya fuesen canarios, portugueses y hasta franceses. De hecho, en 1505 las autori- dades hispanas supieron que, con la excusa de haber padecido una tormenta, muchos navíos aportaban a la isla y, con la excusa de cargar mantenimientos, comerciaban con los isleños al margen de la ley. Por ello, se ordenó que cada vez que eso ocurriese se entregase al maestre del navío una memoria firmada por el gobernador con todo lo que el navío hubiese cargado en la isla. Y tercero, despachando ellos mismos mercancías a otras islas y tierras del entorno. Se desplegó un intenso comercio interinsular a lo largo y ancho del mar Caribe y también con diversos puntos de Tierra Firme y de Nueva España. Los dominicanos acudían a las demás islas y a Tierra Firme a vender sobre todo mercancías europeas que habían comprado a buen precio a navíos canarios y portugueses y por las que obtenían importantes plusvalías. En tor- no a 1521 gran parte del oro de Tierra Firme se fundía en el Darién, donde se concentraban importadores que estaban siempre a la espera de la llegada de los navíos de Santo Domingo. 124 El flujo también se hacía en sentido inverso, pues muchos mercaderes de Tierra Firme acudían a Santo Domingo a vender

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