Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 459 muy grave porque, cuando estos últimos arribaban a la isla después de los lusos, no encontraban compradores. El comercio ilegal entre portu- gueses y dominicanos adquirió tal magnitud que, en 1540, el Emperador compelió a los oficiales de la Casa de la Contratación a tomar medidas contra estos lusos que con total impunidad viajaban a la Española desde las islas Canarias, Portugal o Cabo Verde, vendiendo esclavos y alimentos y comprando azúcares, cueros, cañafístula, oro, plata y perlas que luego descargaban en las Azores o en Lisboa. Lógicamente este comercio con los portugueses continuó durante todo el siglo xvi , acentuándose desde la incorporación del reino luso al Imperio de los Habsburgo. Y ello porque era vital para la supervivencia de la colonia, siendo la misma Audiencia la que otorgaba licencia a esos navíos para descargar en Santo Domingo. Tampoco parece que cesara el comercio de vinos canarios con destino a las Grandes Antillas tanto con carácter legal como ilegal. 126 Lo cierto es que tanto los portugueses como los canarios gozaron de una patente tácita para comerciar con las Grandes Antillas, al margen del monopolio sevillano, que los primeros se encargaron de consolidar durante el espacio de tiempo que estuvieron integrados dentro del reino de España. Pero en este necesario tráfico clandestino hubo cabida también para los corsarios que veían en el contrabando su mejor forma de enriquecimiento, practicada con la connivencia de encomenderos, hacendados y dueños de inge- nios pues el desabastecimiento de mercancías y los reducidos precios que pa- gaban por los géneros locales les empujó a ello. Un beneficio mutuo provocado por el propio monopolio comercial sevillano. Este se basaba en proporcionar lo mínimo al precio más alto. Además, la escasa arribada de barcos impedía la exportación de los géneros de la tierra y lo poco que se vendía lo hacían a precios ruinosos. Por ello, la única forma de aceptar el monopolio sevillano sin sufrir un quebranto absoluto fue compaginarlo con el comercio ilegal. 127 Por tanto, monopolio y contrabando eran indisociables, es decir, formaron parte del mismo sistema. Los corsarios no tardaron en darse cuenta que se obtenían más beneficios comerciando con los isleños que atacándolos. Por ello, desde bastante antes de mediar el siglo xvi comenzaron a mercadear con los colo- nos, con la seguridad que les daba la inexistencia de una armada guardacostas mínimamente estable. Los colonos, a su vez, estaban hartos de esperar infruc- tuosamente la llegada de las flotas que además traían poco género y a precios desorbitados. Se daban, pues, todos los ingredientes para el desarrollo de un floreciente comercio ilegal, en el que, en ocasiones, estaban implicados, desde los altos cargos de la administración hasta los propios soldados de las guarni- ciones, los mismos que, en teoría, debían luchar contra ese contrabando.

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