Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Otros sectores productivos y económicos 462 deflación tanto en los precios del azúcar como en los del cuero, la cañafístula y el jengibre, es decir, los productos considerados estrella de la exportación dominicana. 132 La conjunción de estos tres factores hubiese colocado a la isla al borde de la ruina y de la despoblación, de no haber sido por el contrabando. Y es que está bien claro que los intereses de la élite local no coincidían exactamente con los de los grandes cargadores sevillanos. Obviamente, a los primeros les interesaba el libre comercio y a los segundos el monopolio. Ello empujó al contrabando tanto a la élite criolla como a las principales autoridades isle- ñas, los mismos que en teoría debían vigilar estas actividades ilícitas. Todos comprendieron que era la única forma de supervivencia, pues les permitía comprar y vender a precios razonables. El contrabando formó parte intrínseca del propio sistema monopolístico implantado por la metrópolis. A la larga, este tráfico ilegal fue fructífero no solo para la élite local, sino también para los intereses del Imperio, pues hizo viable la permanencia de Santo Domingo dentro del mismo. Ni que decir tiene que la ocupación de la isla por los cor- sarios hubiese sido un duro golpe para los Habsburgo, no solo por su papel político y económico sino, sobre todo, por el prestigio que esta tenía como primera colonia poblada en el Nuevo Mundo. Este dinamismo económico, legal e ilegal, permitió a la élite local man- tener un elevado nivel de renta que, por supuesto, ellos siempre negaron. Gracias, precisamente, a esta pujanza económica pudieron conservar un notable peso político a través del control de instituciones tan señeras como la Audiencia. A todo ello ayudó, también, la pervivencia del viejo mito de tierra de promisión que adquirió a través de los escritos de Cristóbal Colón y cuyos ecos se prolongaron a lo largo del tiempo, pues la propia élite se encargaba de airearlos de cuando en cuando. Lo que realmente sorprende es que, pese a su marginalidad dentro del organigrama del Imperio, perviviese una poderosa oligarquía, cuyo reflejo todavía puede verse en las grandes construcciones del Santo Domingo colonial, desde la Catedral a la Fortaleza, pasando por las casas solariegas.
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