Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historia general del pueblo dominicano 489 y que le sustentan ni quieren trabajar ni servir a su amo sino en darse a sus vicios y esto se hace con saberlo el amo y ama de estas esclavas y con sentimiento suyo que como ellas vengan paridas a su tiempo lo llevan bien todo para que haya negros para que en naciéndoles el hijo o la hija le dan un negrillo o negrilla para que sea suyo que le sirva y estas negras con el mucho vicio y abundancia de servi- cio ninguna ha de hallar más de una cosa como aderezar de comer traerlo otra y otra poner la mesa y otra labrar y así cada una su oficio y no hay sacarlas de aquí y en los negros lo mismo y si los quiere un particular hacer que hagan más le dejan y se van al monte. Son tantos y tan sin provecho que en 350 casas de vecinos de esta ciudad que hay entre pobres y ricos hay dos mil negros esclavos y libres y mulatos trescientos y en las estancias e ingenios de azúcar y hatos y granjerías tienen muchos que así mismo tengo de hacer se haga lista de los que hay en todos y los que hay en los demás lugares de la isla para el efecto dicho y otro que diré abajo como van cargando tanto en este servicio se va subiendo el precio de estos negros que valen aquí doscientos ducados un esclavo uno con otro. 82 En cuanto a la forma de expresión e identidad, tanto de los esclavos criollos negros como de los mulatos, es igualmente muy significativa. Los aportes culturales de los colectivos esclavos expresaban de forma manifiesta una pluralidad que enriquecía el proceso y daba originalidad a estos sectores sociales, aun en las peores circunstancias. Una muestra de ello la vemos reflejada en la declaración del gobernador de la isla, Diego Gómez Sandoval. En una carta enviada a Su Majestad se reflejan algunas manifestaciones de residuos culturales, así como la diversidad de expresión del conjunto de esclavos en un espacio determinado. Al respecto el gobernador dice, refiriéndose al comportamiento de distintos cimarrones, que: el Capitán Esteban Peguero […] habiendo salido en busca de algu- nos (cimarrones) y llegado a la cumbre de las sierras que llaman de Las Cabuyas las cuales están siete leguas escasas de este lugar (Santo Domingo), anocheciéndole allí obligándole la aspereza de la tierra a hacer alto, a poco rato después de entrada la noche, oyó los tambor- cillos de los bailes de los negros Angola y después el de los Criollos hasta el amanecer, con lo cual, y lo que vio después de aclarar el día de labranzas y ruido de gentes y algunos corrales falsos para coger el ganado de cerdas, reconoció había allí población de negros y por
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