Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historia general del pueblo dominicano 49 con la metrópoli operaba como un factor de seguridad colectiva. La inmigra- ción de canarios, aunque importante en variados aspectos, no contradijo esta afirmación localista de la «patria» isleña. En la medida en que los peninsulares propiamente dichos interferían bastante poco en la vida local, salvo momentos particulares como el de la Compañía de Barcelona, no se produjo una contra- posición expresa con ellos, sino que la apreciación se redujo a la conciencia de que eran otros, por más comunidades que pudieran persistir con ellos. Habría que esperar a la conclusión del periodo colonial para que aflora- ran perspectivas más integradas, no ajenas a la gestación de nociones desarro- lladas de la comunidad de pertenencia, potenciadas en forma paulatina por el paradigma nacional, principalmente entre sectores urbanos. En tal sentido, es lícito postular una correlación entre el desarrollo de nociones de pueblo integrado y el surgimiento de la aspiración a la autodeterminación. Pero ese peldaño no se concretó de sopetón en el siglo xix , sino que fue avanzando de manera lenta y sinuosa. La nación dominicana se formó a través de procesos activos contra la opresión externa. En lo fundamental, la lucha nacional tuvo un sesgo defensivo a nivel de las masas, de forma que estas no avanzaban un programa de construcción, sino que se restringían a defender derechos socia- les, que se asimilaban a menudo con la existencia de un ordenamiento inde- pendiente, aunque no necesariamente se esbozara de esa manera. Un plano explícito de conciencia nacional en el grueso del siglo xix fue patrimonio casi exclusivo de sectores minoritarios alojados en las raquíticas ciudades. Pero, aun en ellas, la mayor parte de los sectores superiores no se adscribió, a no ser tardíamente, al paradigma nacional, que implicaba no solo la autodetermina- ción, sino también la noción de una comunidad de iguales como sujeto de los propósitos colectivos. 46 Por lo demás, ha habido múltiples expresiones de concreción de la con- ciencia nacional, llamadas a ser objeto de tratamiento en diversos capítulos de los tomos III y IV. Puede postularse tentativamente una dicotomía entre una intelección expresa, tendente a la construcción de un orden político, correspon- diente a sectores medios y superiores, y una actitud reactiva, principalmente alojada en ámbitos subalternos, que más bien perseguía perpetuar relaciones existentes o volver hacia tiempos pasados en momentos de cambios. 47 Aunque se registraban confrontaciones entre esas visiones, en coyunturas determina- das, ambas intervinieron decisivamente en la conformación del hecho nacional. Y es que la fragilidad de la conciencia nacional se correspondía con una organización social con escaso peso de las clases burguesas y amplísi- ma primacía demográfica del campesinado. Esto no hacía sino prolongar lineamientos sociales originarios provenientes de la etapa colonial. Si bien es
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