Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

La esclavitud intensiva 492 El rol que debían desempeñar las esclavas fue tomado muy en cuenta por quienes controlaban el comercio negrero e incluso por la misma Corona. En ese sentido vemos cómo una de las primeras medidas tomadas por la monarquía fue regular la cantidad de esclavas negras que debían pasar a las Indias. La manera y la cantidad en que las esclavas iban a estar presentes en todo aquel proceso de trata negrera fueron legisladas desde el mismo momento en que se otorgó la licencia general al gobernador de Bresa en 1518. Entre las cláusulas de aquel permiso se encontraba un artículo que mandaba que la mitad de los esclavos tenían que ser del sexo femenino. 104 En vista de que no fue bien acogida por los mercaderes, dicha medida se limitó a la tercera parte. Esta vez fue mejor acogida; no obstante, para que surtiera efecto, la Corona tuvo que incentivar aquella medida, y para ello liberó a las mujeres del pago de los 2 ducados que pagaban por concepto de la licencia. Asimismo, las esclavas quedaban exentas del pago de los derechos del almojarifazgo. 105 Como se ha referido anteriormente, al menos hasta 1515 el número de esclavas que pasaron, tanto a Santo Domingo como a la isla de Puerto Rico, fue más que significativo. En el caso de las licencias otorgadas para introducir esclavas negras en Puerto Rico tenemos que las mismas superaron más del 85%, frente un 15% de hombres. En cambio, para la Española el número de hombres superó el 75% del total de los esclavos. Este hecho resulta lógico dado el dinamismo que tenía la actividad económica de Santo Domingo, muy superior al de Puerto Rico. Aun así, la presencia de esclavas negras en Santo Domingo fue igualmente importante, sobre todo, a partir de los grandes asientos y, más aún, después de consolidada la economía azucarera. Las esclavas llevadas a las Indias durante los primeros años de la colonización formaban parte del séquito familiar de las oligarquías coloniales y, por lo tanto, constituían un referente importante para su estatus social. Tanto las negras como las mulatas desarrollaban sus labores en el servicio doméstico, sirviendo en las casas de los grandes señores. Posteriormente pasarían a formar parte del ejército de trabajadores que requería el sistema de plantación. Es evidente que el desarrollo de la sociedad colonial antillana imponía la implantación de una comunidad estable entre mujeres y hombres. Incluso, en los momentos en que la confrontación clasista se hizo más evidente, hemos advertido cómo las mujeres se integraban en estas luchas, ya fuera ayudando en la preparación de las comidas de los rebeldes o incluso formando parte de las cuadrillas alzadas.

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