Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 513 E l C abildo E clesiástico La unión entre corona y clero, tan marcada en España, implicó que todo lo relacionado con la religión fuese competencia del monarca y de sus de- legados en las Indias. Ya se vio que el papado había dado a los Reyes de España el control del clero, a través del Real Patronato Indiano, establecido en 1508, y todo lo que no fuese doctrina y disciplina quedó en manos de la Corona. Bulas de 1501 y 1508 convirtieron al Rey de España en jefe secular de la Iglesia Católica en América. Así, todo lo tocante a designación y pago del clero, sus funciones y demás atribuciones era dispuesto por el gobernador de la Española como «Vice Real Patrono.» La erección del Cabildo Eclesiástico se produjo en 1511 por Acta del obispo de Santo Domingo, Fray García de Padilla. Ese Cabildo era el conjunto de eclesiásticos encargados del gobierno de una catedral, con funciones prin- cipalmente litúrgicas. Estaba compuesto por el decano, el arcediano, el chan- tre, el maestrescuela, el tesorero, el arcipreste, varios canónigos y racioneros. En otras posesiones, si la catedral era importante, habría también sacristán, organista, mayordomo, canciller (que actuaba como notario) y perrero, cuya función era expulsar los perros de la iglesia. Debían permanecer por lo menos ocho meses en la ciudad capital. Percibían sueldos llamados «raciones», tocando anualmente al deán 150 pesos, al chantre 130, al arcipreste y a los canónigos 100. 5 Pero competía también a los Cabildos eclesiásticos todo lo relativo al mantenimiento de la catedral, que se llamaba «la fábrica» de la mis- ma. Por ello, se ocupaban de las reparaciones, limpieza y demás actividades para el cuidado de la misma. Durante los años de pobreza de la colonia, muchos de esos cargos estu- vieron vacantes, y solo los principales eran ocupados de manera permanente. Los componentes de dicho organismo rector de la Catedral de Santo Domingo pertenecían, en su mayoría, al clero local y provenían de la aristo- cracia de la colonia. En la pequeña élite local, ocupar cualquier cargo, fuese en el gobierno civil, militar o eclesiástico, era importante, por el prestigio, los privilegios y las prebendas que les eran propios. Las rivalidades que afloraban en todas las instituciones no eran ajenas al Cabildo. Consta que tan temprano como 1550, el Cabildo de la Catedral tuvo fuertes enfrentamientos con el arzobispo, Alonso de Fuenmayor, el cual, además, ostentaba el título de gobernador de la Española. Genaro Rodríguez narra cómo el Cabildo Eclesiástico acusaba a Fuenmayor de apropiarse de fondos que correspondían a dicho Cabildo. 6

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