Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Aparatos administrativos e institucionales 538 La importancia de las cofradías se evidencia en el 1606 cuando el papa Pablo V emitió una Bula en la cual, atendiendo a «la piedad y misericordia» de la Cofradía de San Juan Bautista, le otorgó privilegios e indulgencias, rei- terando los derechos de celebrar sus fiestas, procesiones y demás actos de religiosidad. 29 La Cofradía de San Juan Bautista tenía su capilla propia en la Catedral de Santo Domingo y se le otorgaron sus constituciones, aprobadas por el arzobis- pado. Su regla indicaba que estaba compuesta de «morenos criollos, nacidos en esta tierra». En 1631 la Real Audiencia de Santo Domingo informó al rey que en 1602 el arzobispo dio licencia a un «negro biafaro llamado Antón López» para fundar la cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria, en cuya capilla podían celebrar misas y enterrar sus difuntos. En este documento se dice que tenía más de «300 cofrades negros y españoles y entre ellos gente principal», lo que nos indica que había una tolerancia a tener en una sola institución negros y blancos y entre estos últimos gente de la élite. La Audiencia informa al rey que esas cofradías «hacen buenas obras y tienen sus capillas y buenos ornatos en ellas y cruces altas a que acuden a procesiones y entierros y se ve caridad en los que acuden a ellas.» 30 Debe destacarse la importancia de esta información, ya que parecería que a través de las cofradías los negros libres podían entremezclarse con los blancos, incluyendo los de posición social más elevada. Sin embargo no había total igualdad entre los cofrades, puesto que los morenos no podían votar en las elecciones de la cofradía mientras que, por otro lado, los blancos no podían tener oficios en ella, distinción que sugiere que siempre había control de la élite blanca sobre las actividades de las cofradías. En 1740, al hacer el recuento de su visita pastoral, el arzobispo Álvarez de Abreu menciona que en Santo Domingo había tres cofradías: la del Rosario, la de Vera Cruz y la Coronación. Indica ese prelado que había cinco cofradías en Bánica. 31 Una de las más antiguas cofradías y que tuvo larga vida fue la de Nuestra Señora del Carmen y Jesús Nazareno, que el padre Rafael Bello Peguero es- tudia en una obra de ese nombre editada en 1974. La vida de esa cofradía se inició en 1592 adscrita al hospital de San Andrés y duró hasta 1872, ya en pleno periodo republicano. Estaba compuesta de morenos libres. Tenía su capilla propia en la iglesia del referido hospital. Sus estatutos. que datan desde su fundación y que fueron renovados en 1615, permitían la entrada de mujeres aunque los mulatos no tenían al principio derecho a voto en las direc- tivas de la cofradía. El libro de actas de esa cofradía se guarda aún el archivo del Arzobispado de Santo Domingo. Como dato curioso se autorizó a esta cofradía a celebrar sus procesiones de noche, contrario a lo previsto, en general,
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