Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Aparatos administrativos e institucionales 542 fue militarizada, con una guarnición permanente. No solo para proteger a la colonia de ataques por mar, sino para frenar las incursiones de los franceses por el oeste, región que había quedado abandonada tras las Devastaciones. La isla de la Tortuga, ocupada por franceses, fue recuperada por una acción militar en 1630 y luego en 1635. De ahí en adelante empezó a surgir lo que Moya Pons denomina una «élite militar», «compuesta por hombres venidos de otras partes de las Indias y dirigida por un presidente y capitán general que también era llegado de otras partes y que la experiencia demostraba que su poder era prácticamente absoluto. La presencia de estos hombres en Santo Domingo repercutía sobre la vida local de diversas maneras. Por una parte, ellos eran la nueva fuente de riqueza para los comerciantes, pues una gran parte del dinero que llegaba con el situado desde México se convertía en sala- rios y era gastado por los soldados en la compra de los artículos de consumo necesarios para satisfacer sus necesidades.» 35 Más adelante este mismo autor, refiriéndose a este tema, dice: En los cientos de folios que componen la documentación de este pe- riodo resaltan los efectos de la inclusión de los militares en la vida españolense de la época, destacándose entre ellos el sometimiento definitivo del Cabildo de Santo Domingo y de los demás Cabildos de la Isla a los dictados de la Real Audiencia, especialmente de su presidente que llevaba en sus manos no solo el poder judicial sino también el militar, por ser el capitán general de la Colonia. 36 En efecto, el gobernador era quien mandaba también en lo militar, y bajo él estaba el «cabo subalterno» quien era el que directamente dirigía el ejército. El poderío de los militares fue tan grande durante los siglos xvii y xviii que en ausencia del gobernador, ese cabo subalterno era quien lo sustituía, en vez de hacerlo uno de los oidores de la Real Audiencia como antes. Ya para mediados del siglo xvii había más de 400 militares permanentes, amén de milicias locales reclutadas en caso de emergencia. La expedición inglesa de 1655 fue rechazada cuando se le enfrentaron los 700 soldados de la fuerza militar permanente, más los 1,300 lanceros, criollos civiles que se ofrecieron a cooperar en la defensa de la ciudad. Esos lanceros, como milicia improvisada, se destacaron tanto en ese combate que la Corona dispuso que fueran premiados con dinero, lo que no se logró, hasta el año 1661. A medida que la penetración francesa de la banda oeste de la Isla se acrecentaba, se agravaban los conflictos. En 1690 todas las tropas en Santo
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